Camille Rotford es una importante organizadora de bodas, conocida en una pequeña ciudad de Australia. Sin importar el corto tiempo que a esta mujer le dan, crea las mas asombrosas bodas que podrán ver en sus vidas.
Lo mas irónico es, que Camille no...
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3 de enero del 2020
Me siento en la orilla de la playa a ver las olas chocar. Estoy esperando a que aparezca una persona, para luego comenzar a surfear.
—Camille, perdona la tardanza. Llegaron muchas personas y hemos estado muy full desde que comenzó el año.
—¡Derek! No te preocupes, igual estoy esperando a alguien más —le resto importancia.
—¿Nicholas?
—Otra persona —me rio.
—Muy misteriosa —me empuja con su hombro—. Lamento lo de tu papá. El día que lo conocí me agradó bastante.
—Tú también le caíste muy bien. Pero a veces la vida nos muestra por breves segundos las cosas y cuando ya no están, las extrañamos. Igualmente, gracias.
—Quise ir al cementerio, pero aquí ha estado muy movido, no podía dejar el local solo.
—No te preocupes, entiendo.
—Por cierto, ¿Qué tal van los preparativos para la boda de mi hermana?
—¡Asombroso! Todo va muy bien encaminado, será una boda hermosa.
—Gracias por ayudarla, Camille. Diana es muy importante para mí, quería que su boda fuera el día más feliz de su vida y sé que junto a ti todo saldrá muy bien.
—Ya verás, todo saldrá hermoso —volteo hacia la dirección opuesta viendo a la persona que estoy esperando.
—Bueno Camille, supongo que llegó tu acompañante. Yo seguiré trabajando, nos vemos en un mes —Derek se despide y camina en dirección a su tienda.
Con una de mis manos tomo arena y la libero para que vuele junto con la brisa marina que se encuentra presente. Mi acompañante se sienta justo a mi lado y observa mis movimientos.
—Gracias por venir —rompo el silencio.
—No creí que tú, me citaras en algún sitio.
—Hemos convivido durante días y no te he insultado ¿De verdad te sorprende que te invite a surfear?
—Sí, Camille. Desde mi perspectiva, tú me odias y solo me aceptaste en tu casa los últimos días, debido a la situación con tus padres. Pero más bien esperaba que ya me corrieras.
—Oliver, no me hagas replantearme esto ¿Sí?
—Está bien, lo siento Millie —parece darse cuenta de su error y se corrige—. Camille, quise decir.
—Da igual —suspiro—. ¿Qué harás ahora con tu vida?
—Toca hacerme cargo de la empresa y de las deudas que Megan dejó a su paso. No será fácil, pero tampoco imposible. Por suerte también soy propietario y no me va a impedir realizar acciones. Y en cuanto el surf, seguiré practicando hasta lograr ir más lejos.
