Camille Rotford es una importante organizadora de bodas, conocida en una pequeña ciudad de Australia. Sin importar el corto tiempo que a esta mujer le dan, crea las mas asombrosas bodas que podrán ver en sus vidas.
Lo mas irónico es, que Camille no...
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13 de marzo del 2019
Esta semana ha comenzado bien por suerte, a pesar de los acontecimientos del lunes, varias parejas nos han apartado citas para entrevistarse con nosotros. Es por ello que todo el personal ha estado muy lleno, con la organización de las bodas para tres parejas el mes que viene y dos más dentro de dos meses, sin contar los que vengan pronto para la cita. He planeado encontrarme el viernes en la mañana con Mark y Erny, así damos inicio a todo lo que conlleve la celebración de su boda, la cual me tiene muy ansiosa porque es un nuevo reto que me toca afrontar.
Mi mente me lanza un recordatorio, no había tenido tiempo de pensar que ese día iré a cenar con Nicholas. Aunque, tengo listo el documento que le debo hacer llegar a Nicholas para concretar el acuerdo de poder alquilar el restaurante como salón de fiestas.
—¿En qué piensas? —Richard entra a mi oficina sin tocar, sentándose en una de mis sillas.
—En que tengo muchas cosas por hacer esta semana y debo apurarme en terminar este pedido de telas que tengo pendiente —le explico mientras tecleo en mi laptop.
—Ha sido una semana movida ¿no? Me han pedido ir a buscar mucho material e ir a entregar documentos a una cantidad asombrosa de personas —se tira del cabello—. He tenido que recargar gasolina tres veces en lo que va de semana.
—Así se comporta la temporada de bodas.
—¿Hay una temporada para las bodas? —me pregunta confundido.
—Sí, dependiendo de la estación en la que nos encontremos. Aunque siempre habrá parejas que deseen organizar su boda, pero se puede decir que estamos en temporada alta.
—Nos queda bastante trabajo por hacer, entonces —se cruza de brazos.
—Así es —desvío un poco la vista de mi ordenador y la dirijo hacia el que me veía muy concentrado— ¿Qué?
—Nada, me gusta verte así... te siento más relajada en cuanto a nuestra relación.
—Creo que sí. Me has inspirado confianza, Richard. Te la has ganado y eso significa mucho.
—Me siento halagado entonces —me señala.
—Es en serio Richard.
—Y no me estoy burlando —alza ambas manos.
—Bien —ruedo mis ojos—. He terminado aquí, iré a llevarle el acuerdo al señor Clamington y luego voy a casa —empiezo a guardar mis cosas y Richard reprime una risa—. Ahora ¿Qué es lo gracioso?
—¿Señor Clamington? Conmigo no finjas. Creí que hace unos minutos te inspiraba confianza.
—No sé de qué hablas —me encojo de hombros.
—Sé que Nicholas y tú se traen algo, solo que aún no dan el paso.
—¿Cual paso?
—Invitarse a salir, por ejemplo —se me acelera el corazón en el pecho.
