16

8.4K 433 52
                                    


 —Toma asiento Elena —me ordenó mi jefe
y yo obedecí. Él también tomó asiento
en se costosa silla de piel.

 —Las cosas se han complicado — dijo él.

 —¿Y qué haremos ahora? —pregunté.

 —Nuestro noviazgo será anunciado por
la prensa  —comentó simplemente.

Me congelé.

 —Claro que no. Estás loco si crees que
voy a permitir eso  —dije levantándome
de mi asiento alterada.

 —Elena, siéntate— mencionó, pero lo
ignoré.

 —Se supone que esto sería discreto, no
que todo el país se enteraría.

— Elena— advirtió.

 —No, no y no,basta, renunció a este
trato, esto se está... — fui interrumpida

 —CALLATE Y SIENTATE— gritó
Su grito me estremeció, así que asustada
tomé asiento.

-Aquí se hace lo que yo dijo, y si yo dijo
que esto va ser anunciado significa que
va a ser anunciado-habló firmé y serio.

 —No— comencé a hablar —Ni usted ni
nadie me va a obligar a esto. Y con todo
respeto, esto ya no está bien, así que
en este momento renuncio al trabajo
y al maldito contrato —dije caminado
a la puerta. Estaba a punto de abrirla
cuando una voz me detuvo.

 —No aceptaste por las buenas, pues lo
harás por las malas- me volteé para
ver a mi jefe -Si tu no aceptas esto,
me encargaré de que nadie te vuelva
a contratar, de que te corran de tu
miserable apartamento y te haré la vida imposible —dijo mi jefe con un tono de voz molesto y odioso.

 —¿Serias capaz de hacerlo?— pregunté en
shock.

 —Pruébame —respondió. 

Este Jaden me daba miedo, ya que me demostraba
lo que podía hacer alguien por poder.

Me senté acerqué otra vez a su
escritorio más tranquila. Tomé aire y
me relaje para evitar que las lágrimas
salieran y no parecer una estúpida.


 —Está bien —dije en un susurro y la
cabeza agachada.

— Retírate —fueron todas sus palabras. Y
no lo tuvo que pedir dos veces.
Salí despavorida de ahí, corriendo a
algún baño.

Me encerré en un cubículo y comencé
a llorar silenciosamente. Las lágrimas
caían y me sentía como una mierda.
Otra vez un hombre me estaba
arruinando la vida.


***


Más tranquila, salí de ahí.

 —Claudia ¿Podrías decirle al señor
Hossler que me voy a casa?—
pregunté cansada.

 —Falta más de medio día. ¿Por qué te
vas? — me dijo ella preocupada.

 —Me siento mal —inventé, ya que no le
quería ver la cara a ese desgraciado.

 —¿Pero esta noche si cenaremos?—
preguntó con un puchero.

Una sonrisa débil salió de mí.

 —Claro que sí. Te envió mi dirección у
pasas por mí a las 7.


 —Está bien —dijo sonriente.

Caminé a mi escritorio y tomé mis
cosas.


Salí de aquel edificio y me dirigí a mi
departamento.


Caminando por las calurosas calles
pensé en ¿por qué todo me pasaba a
mí? Y encontré y la respuesta: porque yo
lo permitía. Si yo no hubiera aceptado
ese maldito trato nada de esto me
estaría pasando. Al parecer me gusta
humillarme por los hombres. Ahora
mi única alternativa para alejar a ese
hombre era ser indiferente.

Mantendría una relación secretaria/
jefe. Nada de contrato dentro de mis
horas laborales. A pesar de que todo
esto sería anunciado, trataría de ser
distante con él. Era la única manera de
sentir que yo también tenia un poco so control sobre esto.


Llegué a mi hogar e inmediatamente
me tiré a mi cama, quedándome
dormida en segundos.


***


Mis ganas de ir al baño me despertaron,
haciendo que me levantara de ahí.
Después de hacer mis necesidades tomé
mi teléfono y revisé la hora: 6:10 p. m.

Le envié la dirección a Claudia.

No tenía mucho tiempo para
arreglarme, pero tampoco tenía las
ganas, así que solo me coloqué un
pantalón negro, una sudadera gigante
color amarilla y unos converse blancos.
Amarré mi cabello en una cola alta y
me senté a mirar televisión, me quedé
entretenida.

El ruido de la puerta me desconcentró.

Si tan solo no le hubieras gritado.....




«Final del capitulo»


𝗾𝘂𝗲́𝗱𝗮𝘁𝗲,  𝗁𝗈𝗌𝗌𝗅𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora