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Después del parque, Noah me había
traído a mi departamento. Tenía todo
el día libre, pero sinceramente estaba
cansada y rota. Solo quería dormir
y llorar, pero el llanto era signo de
debilidad, por lo tanto, solo dormiría.


Pero había algo que no me dejaba
descansar, ¿Qué iba a pasar ahora?
Quería renunciar, pero sabía que con
Jaden no sería fácil. Tenía que
planear mis palabras y acciones, pues
yo ya no quería estar ahí, o al menos mi salud mental ya no quería.

Me recosté en mi cama y revisé mi
instagram, probablemente habría algo
bueno ahí.

Una notificación llamo mi atención.
Era un artículo acerca de Jaden
Estaba a punto de abrirla cuando mi
teléfono recibió miles de ellas, al punto de trabarse.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué había hecho
Jaden ?

Corrí a la sala de mi casa y prendí la
pequeña televisión que tenía. Lo que
estaba viendo no podía ser posible.

 —Por fin el exitoso empresario
Jaden Hossler ha dado de que
hablar. Su vida privada siempre fue un secreto, o al menos, hasta hoy— dijo que presentadora.

¿Hasta hoy?

 —Después de no haber sido captado
con nadie por años, el día de hoy ha
revelado que tiene novia, y no solo
eso, también comentó que pronto va
a casarse con ella. El motivo de su
felicidad tiene nombre y apellido: Elena Smith . Su secretaria. Vaya que a estos
chicos les gusta el cliché —comentó.

Apagué la televisión.

Esto no estaba pasando. Jaden
había sido capaz de revelarlo todo.
Grité. Grité de enojo y rabia. Jaden
estaba controlando mi vida, y yo no
podía hacer nada.

Estaba a punto de estampar el florero
contra la pared, pero un ruido me
detuvo. Asomé mi cabeza a la ventana y
descubrí el origen del ruido. Un montón
de fotógrafos se encontraban frente a
la puerta del edificio, y todos luchaban
por entrar. Se aventaban, gritaban
y buscaban otras entradas. Nada los
pararía.

Un auto deportivo rojo frenó justo en
la entrada, tres camionetas negras
le siguieron. Un Jaden rodeado
de guardaespaldas se bajó del auto.
Los fotógrafos desviaron su atención
de la puerta hacia él. 

Los gritos se intensificaron y rodearon a Jaden
Intentaban llegar a él de cualquier
manera.

Al llegar a la puerta, lo perdí de vista.
Todos los guardaespaldas hicieron
una muralla, evitando que cualquiera
pasara. Y en cuestión de segundos, mas
paparazis se hicieron presentes.

Todos ellos querían saber que estaba
pasando, tanto como yo.
Dos minutos después el timbre de
mi departamento sono. Me levante
corriendo a abrir la pequeña puerta, y
por obvias razones era Jaden.

 —¿Puedo pasar? —preguntó neutro.

 —Haz lo que quieras, total, siempre lo
haces —respondí enojada.

Di media vuelta y regrese a la pequeña
sala, como si nada me importara. Tenía
las inmensas ganas de matarlo y acabar
con todo este teatrito. Mi adulta interna tenía que salir para no hacer ninguna estupidez.

 —¿Cómo te encuentras? —preguntó él.
Parecía estar muy tranquilo, como si no
me hubiera arruinado la vida.

-¿Cómo quieres que me encuentre?
Me siento traicionada, enojada y tengo
unas grandes ganas de estrangularte-
respondí.

No dijo nada. Tomó asiento enfrente
de mi e intentó que lo mirara a los ojos,
pero yo no lo quería ver. Cuando me
armé de valor, lo miré.

 — Se acabó — pronuncié.

 — ¿Qué se acabó? — preguntó él.

 — Esto. Lo que sea que tenemos —
dije. Una sonrisa burlona se asomó en su rostro. ¿A caso se estaba burlando de mí?

 — No — respondio Jaden— Esto no se acaba hasta que yo lo diga.

 —Entonces le diré la verdad a todos, y tú le dirás adiós a tu herencia — amenacé.

Su sonrisa se borró, y me causo un
poco de satisfacción. Por fin yo tenía
un poco de control ante esta situación.
Lamentablemente sabía que no duraría
mucho.

 — Pequeña Elena, no vas a zafarte tan
fácil de esto — Jaden se puso de pie.

 —Claro que sí. A ti solo te importa tu
herencia, y voy a destruir eso — hablé lo más firme que pude.

 —¿Y si yo destruyo lo que más te
importa? —preguntó seguro. Él creía que podía ganar, y eso me asustaba un poco.

 —No tengo nada que perder —
respondi.

Jaden se acercó a la ventana, y
miro lo que pasaba afuera. No decía
nada, hasta que lanzó la bomba.

 —¿Ni si quiera a tu querida madre?

¿Mi madre?

Esto se empezaba a salir de control, y
con solo mencionar a mi madre, me
temblaba todo.

 —¿Qué tiene que ver mi madre en todo
esto? —pregunté acercándome a él.

Dio la vuelta para mirarme.

 —Tu mamá nada, pero no me dejas otra opción-comenzó a caminar a la puerta lentamente — Lamento que tu madre tenga hemocromatosis, pero lamento más que apenas puedas  pagar sus tratamientos —¿Cómo sabes que está enferma?.

Le habían diagnosticado
hemocromatosis antes de que yo me
fuera de la casa. Cuando me fui me
costó mucho dejarla, pues sabía que su tratamiento era caro.

 —Eso es lo de menos. Lo que importa es que si no sigues en esto, no podrá pagar más su tratamiento, y matarías a la mujer que te dio la vida —dijo.

Mi cuerpo sudó frio. Él quería que yo
me quedara callada, a cambio de la
vida mi madre. Era un bastardo, igual
que su padre.

 —Seguirás con el maldito plan, y
prepárate para nuestra boda — dijo casi llegando a la
puerta.

Un nudo se formó en mi garganta.

Caminé frente a él y lo detuve. Se soltó
de mi agarre, pero se quedó quieto en
su lugar.

 —No te atreverías— dije con lágrimas en los ojos.

 —Sabes que por poder hago lo que
sea y si eso implica atarte a mí, lo
voy a hacer —contestó él mirándome
fríamente.

Y ahí me quede estática viendo como se iba dejándome de nuevo una vez mas roto el corazón.







«Final del capítulo»

𝗾𝘂𝗲́𝗱𝗮𝘁𝗲,  𝗁𝗈𝗌𝗌𝗅𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora