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Mi trabajo ya estaba listo. Solo
había cruzado algunas palabras con
Jaden en el transcurso del día.

Claudia se había ido a su hora de
comida y yo seguía aquí sentada
mirando a la nada. No tenía hambre,
aparte de que no quería salir de aquí.
El sonido del elevador me distrajo.
Debido a que yo no lo podía ver, no
sabía quién era. Claudia no era, porque no tenía ni 5 minutos que se había ido, y nadie más entra a este piso.

Un chico castaño de tez blanca apareció en mi visión. Era alto y tenía buen cuerpo, aparte de que traje le favorecía
mucho. Tenía unos pequeños chinos,
haciendo que su cabello se viera tan
acariciable.

Se plantó frente a mi escritorio.


 —Hola. ¿Se encuentra el jefe?—preguntó
mirándome.

 —Sí, ¿desea verlo? —dije yo.

Solo asintió con la cabeza.
Tome el teléfono y me comuniqué a su
oficina. A los tres tonos contestó.

 —Dime Elena.

 —Alguien desea verlo —dije.

 —¿Quién?— preguntó él.

Tapé la bocina y dirigí mi mirada a
aquel chico rubio.

 —¿Nombre?

 —Noah Salvatore- respondió.

 —Noah Salvatore  —le comuniqué a mi
jefe.

 —Hazlo pasar  —fue la respuesta de
Jaden antes de colgar.

 —Puede pasar señor Salvatore —le
informé al castaño.

 —Gracias —dijo con una voz ronca, eso le hacía ver un poco
más sexy.

Me volví a quedar sola en aquel
espacio.

No sabía que sentía dentro de mi ser,
acaso ¿Un corazón roto?
Que estúpido. Eso era imposible,
porque yo no amaba a Jaden. No
negaba que tenía lo suyo y que era un
caballero, pero mi corazón no era de él, sinceramente no era de nadie.

Después de Jackson  prometí que no volvería amar, pero, ¿Qué me sucedía con Jaden? Había algo que no me dejaba alejarme, aparte de sus amenazas.

¿Tenía que quedarme o huir de aquí?

Mis pensamientos fueron
interrumpidos por la puerta abriéndose, dejándome ver a Noah у
Jaden.

 —Señorita Smith debería ir a comer —dijo
mi jefe.

 —No tengo hambre.

 —Estoy de acuerdo con el señor
Hossler  —dijo ahora Noah,
metiéndose en nuestra conversación.

¿Acaso esto era una conspiración?

 —Vamos señorita Smith, yo también iré a comer. Puede venir conmigo— se ofreció
Noah.

 —Está bien —dije tomando mis cosas de
mala gana.

Antes de avanzar con Noah miré a
Jaden, y vi algo en sus ojos: Rabia.

Tenía la mandíbula tensa y los puños
cerrados.

¿Acaso estaba celoso? Que tonta idea,
él jamás estaría celoso de algo que
concierne a mí.

Y esa idea hizo que mi corazón doliera
un poquito más.



***

Me encontraba sentada enfrente
de Noah. Ninguno había dicho una
palabra, y para ser sincera, eso me
incomodaba un poco.

 —Así que tú eres la famosa Elena —dijo él.

 —¿Famosa? —pregunté confundida.

 —Algunas personas te han visto salir
más veces de lo normal con el jefe—
respondió.

Mierda

 —Eso no me hace diferente. Solo soy su
secretaria—dije, intentando restarle
importancia

 —Si cómo no —expresó de una manera
sarcástica.

¿A caso ellos sospechaban algo?

 —¿Cuál es tu labor en la empresa?—
pregunté cambiando de tema.

Él pensó un poco antes de hablar.

 —Trabajo en el área de diseño. Me
encargó de la imagen de la empresa—
respondió.

 —Eso es interesante.

Una mesera de figura rellenita se acercó
a nosotros. Tenía un aspecto demasiado
tierno.

 —¿Qué desean ordenar? —preguntó
sacando un pequeño cuaderno y un
lapicero.

 —Dos especiales del día con dos
malteadas de fresa grandes  —habló él.

 —En un momento se los traigo—dijo la
mesera mientras se alejaba de la mesa.

 —¿No tengo opinión sobre mi desayuno?—
pregunté un poco irritada.

 —No, o al menos hasta que me digas la
verdad.

Esto era un grave problema.

Tomé mi cabeza entre mis manos.
Estaba estresada e irritada.

—Solo es trabajo.

 —Demuéstralo—exclamó Noah.

 —No tengo porque demostrarte nada—
espeté.

 —¿Sabes que no me voy a rendir?—
preguntó con orgullo.

 —Pues no vas a encontrar nada—
respondí de la manera más segura
posible.

Mentirosa

Sabía que él iba a encontrar eso y
mucho más.


***

Acababa de entrar al piso que me
correspondía. Claudia aún no había
llegado, pues aún era temprano y era
el momento perfecto para hablar con
Jaden acerca de las sospechas de
todos.

Caminaba lo más rápido posible hacia
su oficina, pero se me hacía el trayecto
más lento del mundo.

Dejé mis cosas en mi escritorio y sin
tocar la puerta, entré a la oficina.

Mala idea.

Una mujer semidesnuda estaba en las
piernas de Jaden. Los dos notaron
mi presencia y dejaron de hacer lo que estaban haciendo.

Esto había sobrepasado mis limites...



«Final del capitulo»



𝗾𝘂𝗲́𝗱𝗮𝘁𝗲,  𝗁𝗈𝗌𝗌𝗅𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora