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 —¿Solo viene a alagar a mi prometida?—
preguntó Jaden tomándome de
la cintura. Parecía perro marcando su
territorio.

 —No. También vengo a tomarles una foto para una revista.

Jaden lo dudo, pero al final acepto
la foto. Sonreímos con una feliz pareja, pero detrás de eso todo era mentira.

 —Muchas gracias señor Hossler—
se despidió y dio media vuelta, pero
antes de caminar, giró nuevamente.

 —Realmente te ves esplendida Elena—
comentó antes de irse definitivamente.

Solo sonreí y noté a Jaden
extremadamente furioso.

 —¿Quién se cree ese idiota?— mencionó
en voz baja, pero lo suficiente alto para que lo escuchara.

 —Al menos el aprecia mi belleza— dije
comenzando a caminar dejando atrás a Jaden

No estaba molesta, pues lo de la boda
era algo que esperaba de él. Estaba
intrigada por la tal Alexa, pero si le
preguntaba se pondría mal, pues se
había puesto como loco cuando la
reportera preguntó.

-Vamos a la empresa- dijo Jaden
cuando me alcanzó. No dije nada
y solo moví mi cabeza en forma de
afirmación.

***

Ya estábamos en la grandiosa oficina
y solo nos veíamos mutuamente. Nada
decía nada, solo conectábamos miradas.
Tenía tantas ganas de preguntar a cerca de la tal Alexa Russo, pero lo mejor era quedarme callada.

— ¿Qué te pareció?— preguntó Jaden.

 —Creí que todo sería peor — fue mi
respuesta. Realmente pensé que todo
sería un caos total. Solo hay detalles que me gustaría aclarar.

 —¿No estas molesta por lo de la boda?

 —Estoy sorprendida, pero no molesta.
Era algo que esperaba de un idiota
como tú.

Se puso de pie, y se acercó lentamente.

 —Muestra más respeto Elena  —mencionó
cada vez más cerca.

 —Gánatelo —comenté. Para exigir algo,
había que dar.

Ahora yo estaba de pie enfrente de él.
Su cercanía intimidaba a cualquiera,
y había comprendido porque todos
los empleados huían cuando él estaba
cerca, y no los culpaba, pues aparte de
intimidante también era un cretina

 —No te tengo miedo —dije tan cerca de él que podía sentir el calor que su cuerpo soltaba.

 —Pues deberías —respondió.

Estaba a punto de responder, cuando
algo selló mis labios. Me estaba besando nuevamente y no se sentía nada mal.

Probablemente fueron nervios, deseo
o miedo, pero enredé mis brazos en
su cuello, y le di mejor entrada a mi
boca. Comenzamos a caminar hacia el
escritorio y con una mano despejó el
lugar y con la otra me sentó allí.

— Ahora no odio el vestido —dijo
separando sus labios de los míos.

 —Nunca lo odiaste —fue mi respuesta
antes de atacar esos labios creados por los Dioses. Nadie parecía quejarse, así que era hora de pasar a la siguiente etapa. Sus mano recorrían mis piernas y se sentía tan bien que no quería que se detuviera.

El beso era algo apasional, pero cuando se relajó, mi rodilla se estrelló contra su entre pierna.

 —¿Qué carajo fue eso? —preguntó
adolorido

 —El respeto que te mereces  —respondí.

 —Sera mejor que te vayas a
trabajar —comentó sentándose en su
silla y mirándome.

Le sonreí.

 —Con gusto, jefecito.

Maldito idiota.

Se merecía eso y mucho más, pero poco
a poco comenzaría a pagar sus deudas.

Sali de su oficina. Me sentía orgullosa
de mi y de lo que había logrado.

Si tenía ganas para continuar con ese
beso, sin embargo, su cara de dolor fue suficiente.


«Final del capítulo»


𝗾𝘂𝗲́𝗱𝗮𝘁𝗲,  𝗁𝗈𝗌𝗌𝗅𝖾𝗋Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt