Capítulo Veinticuatro: Sabía que Serías un Problema.

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Decidí ir a la escuela tres días después de la discusión que había tenido con Dakota. Al menos me sentía con el bravado necesario para enfrentar a la manada de Aaron y no correr a esconderme en un cubículo del baño a llorar.

Y a pesar que eso era lo único que quería hacer, mi necedad me mantuvo con la nariz en el aire.

Las clases estaban siendo una tortura, y desgraciadamente en cada una podía sentir los ojos de alguien sobre mi, sin embargo, cuando miraba sobre mi hombro no había nadie observándome. O bien me estaba volviendo loca, o mi paranoia era inmensa.

Un par de veces me encontré en los pasillos con Dakota, quien bajaba la mirada cuando me veía, teniendo la decencia de no acercarse lo suficiente para hacerme crear una escena. La extrañaba. Extrañaba que fuera a mi casa y hablar por tres horas en el teléfono cada noche. También extrañaba mandarnos textos debajo del escritorio cuando el profesor se daba la vuelta, al igual que las veces que hablábamos en señas para criticar a las chicas de la siguiente mesa del laboratorio.

También me encontré con Ethan, y en receso, al verme sentada en la biblioteca con un libro en la mano y un cuaderno en mi regazo, se sentó frente a mi.

-¿Cuánto más va a durar esta ley de hielo?- preguntó.

-Lo suficiente para hacerme considerar las ventajas de tener amigos que guardan secretos tan dolorosos.- chasqueé.

Él sólo juntó sus cejas y se levantó, dejando una bolsa de papel en la mesa, la cual abrí hasta estar segura que se había ido de la biblioteca.

Dentro de esta, se encontraba un sándwich de queso derretido, junto con una manzana y jugo de toronja embotellado. Mi estómago rugió al ver el delicioso banquete. En una pequeña hoja de papel amarillo estaba escrito: "Lo Sentimos. Regresa pronto".

***

No estaba preparada para verlo a él.

Había esperado que se olvidará de mi por un tiempo, que me diera el tiempo que le había pedido antes de enterarme de su engaño, que me dejara de perseguir por un día, pero debería haber concluido lo contrario. El alfa no era alguien que escuchase muy bien a las peticiones de los demás.

¿Por qué siempre tenía que esperar lo mejor de las personas, en vez de saber que su lado negativo ganaría? Estúpida Jayden.

Estaba saliendo de la escuela con rumbo al estacionamiento cuando lo miré recargado contra mi Mustang borgoña. Sus brazos cruzados en su pecho y una mirada aburrida mientras veía a las chicas a su alrededor moverse con parsimonia, pero ajeno a que todas se movían frente a él con un plan secreto: seducirle. Se notaba en la manera en que se movían, meneando sus caderas y arrojando sus melenas sobre sus hombros, sus miradas tan enfocadas como cuando los gatos tienen en la mira al ratón. Eran imparables. Y él lucía tan despistado ante el hecho que era incluso cómico.

North mi miró antes de que pudiese esconderme como lo planeaba, sus ojos verdes concentrándose ahora en mi, toda su atención recibida.

Esos ojos verdes. Mi piel quemaba cada vez que viajaba su mirada por mi cuerpo.

-Deja de seguirme.- mascullé al llegar hasta él, quien se ofreció a tomar mi bolso caballerosamente. Sólo lo apreté más fuerte contra mi, sin dárselo. No me gustaban sus actos de amabilidad, implicaban un sucio motivo oculto.

-Te sigo por tu bien.- dijo monótono, pero se notaba que estaba sorprendido por mi cambio de actitud hacia él.

-Se llama acoso.

Raised by Wolves ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora