Capítulo Treinta y tres: No Hay Vuelta Atrás.

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Las llantas de mi Mustang resbalaron en el camino húmedo. La nieve era un solo recuerdo al lado el camino mientras que las flores comenzaban a brotar y las hojas de los árboles recuperaban su color. La primavera había empezado hace tiempo, pero en Astoria era un proceso lento.

Salí golpeando la puerta con un fuerte sonido y corrí hasta el porche, metiendo la llave en la cerradura a velocidad de la luz y abriendo la puerta con fuerza. La casa parecía estar sola, no sonido de la televisión, no cafetera prendida, no lámparas encendidas. Sin embargo, sentía su presencia como una sustancia sofocante.

-¿Dónde está mamá? -reclamé, apretando las llaves en mi puño.

Caine me miró desde el balcón de las escaleras, manos cruzadas sobre su pecho y una sonrisa de suficiencia que me hacía temblar. Estaba recién bañado, su cabello aún húmedo, su mandíbula recién rasurada, además de ropa fresca y sin arruga alguna. Desde lejos parecía el mismo de hace tantos años, pero si me acercaba, podía notar la maldad danzando en su alma.

-Fue a la farmacia. El doctor le ha recetado pastillas para dormir. Mientras estabas enrollándote con tu perro alfa, mamá moría por tu ausencia -dijo en tono neutro, como si estuviésemos discutiendo el clima.

-Qué ironía. Recuerdo que lo mismo ocurrió cuando dejaste esta casa -me burlé.

-¿Qué te trajo de regreso, hermana?

Entorné los ojos.

-Retira los cargos en contra de North -escupí con bilis-. Deja de joder nuestra vida. Vete de aquí y jamás vuelvas. Caine, te aceptaríamos si fueses el mismo, pero tu envidia te ha cegado. Estás haciendo que todos te odien.

-Me odian, pero me respetan -caminó hacia las escaleras, el primer peldaño crujió bajo su peso-. Eso es lo que siempre he querido.

-No te respetan, te temen -señalé. ¿Por qué era tan jodidamente difícil hacerle entender la diferencia?

Él se encogió de un hombro.

-Puedo seguir viviendo. El punto es que me seguirán obedeciendo.

-¡Estás enfermo! ¡Caine, reacciona! -grité, sintiendo las lágrimas querer salir-. No eras así, no es lo que quieres realmente. Por favor, deja de pensar en venganza y escuchame. También fui víctima de lo que el padre de North nos hizo, pero no lo culpo tanto como lo hacía. Pudo haber sido un accidente, pudo haber sido sólo un mal momento. Esto no tiene que seguir así, busca la manera de salir de esto, por favor -las palabras me abandonaron en un sollozo y mi cuerpo tembló al ver su indiferencia.

-¿Qué pasa con North? ¿También tienes una excusa para su culpa? -dijo en voz seca.

-No -sorbí mi nariz con la parte posterior de mi mano, y tomé una lenta respiración -. No tengo excusa para North, pero tengo la fe en que las personas pueden enmendar sus errores del pasado. Él me hizo entender que todo mundo comete errores, y que se necesita dar segundas oportunidades.

-¿Cuándo te dijo eso? ¿Cuando te tenía en su cama? -Caine soltó una risa sin humor que levantó los vellos de mi piel-. Claro, en ese momento por supuesto que te pudo haber hecho miles de promesas, pero dime, ¿las cumplirá?

No voy a dudar de North. Es suficiente.

-Tengo fe, Caine. Deberías tener un poco de ella, quizás podrías ver las cosas de diferente manera -susurré.

-Mi fe murió hace mucho tiempo, hermana. A causa de los malditos golpes que otros chicos me daban, a causa del frío que pasé en invierno, a causa de las heridas que otra gente creó, a causa de la mierda que la vida me regaló mientras buscaba ser aceptado -bajó las escaleras hasta quedar frente a mi, y cerré mis ojos al sentir su cercanía. No quería verle, mi hermano estaba poseído por alguien que no podía reconocer. Me negaba a aceptar que no tenía remedio-. Jayden, princesa- usó el antiguo apodo, causando que mis piernas temblaran y un sollozo me rompiera-, mirame. Mirame a los ojos y dime qué es lo que ves.

Raised by Wolves ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora