Capítulo Veintinueve: Condiciones.

5.6K 628 11
                                    

Había dejado a North por su cuenta en el baño, ya que me había dicho que él podía encargarse del resto. Al menos estaba lo suficientemente sobrio como para no ahogarse en la tina. O eso esperaba.

Así que salí y abrí las cortinas de su recamara, dejando que la luz entrara. La habitación era un desastre; botellas regadas, cenizas esparcidas, ropa y vendajes por doquier. Me puse a recojer las botellas y a limpiar un poco, mientras escuchaba el agua la regadera correr. Cuando North salió, recién duchado, con una toalla sobre sus estrechas caderas, dejandome ver su V al final de la toalla y los tatuajes sobre su pecho, casi me tambaleó hacia atrás y dejó caer el cenicero nuevamente.

Era la cosa las hermosa que había visto. Aún con barba de más de tres días, cabello mojado y piel pálida, más las grandes ojeras que cubrían sus ojos. Seguía viendo la belleza en sus imperfecciones, seguía teniendo ese tropiezo en mi corazón cuando lo veía.

Estaba segura de que lo amaba.

Retiré mi mirada de su rostro, y bajé mis ojos hasta sus manos. Sus nudillos estaban abiertos, piel, sangre y hueso sin sanar.

-Trae unas vendas y alcohol, voy a arreglar eso -murmuré, señalando su mano.

Él asintió sin decir palabra, y entró de nuevo al baño cargando un par de vendajes, al igual que algodón y una botella de alcohol esterilizado.

Me iba asentar en la cama cuando hizo un movimiento con la mano, diciéndome que esperara. Removió las sábanas manchadas de sangre y apestosas a sudor, e hizo lo mismo con las almohadas para luego poner sábanas limpias y frescas.

Me senté en el borde de su cama, sintiendo la incomodidad de estar compartiendo un espacio tan personal con él. Por mi mente pasaron miles de imágenes y en mi piel sentí una corriente de electricidad. Me mordí el labio mientras tomaba su mano y limpiaba sus nudillos con algodón húmedo en alcohol. Él soltó un siseo entre dientes.

-¿Qué has hecho con tus manos? -musité, mirando sus heridas, sentí mis cejas juntarse.

North soltó un suspiro silencioso, y negó con la cabeza.

-No tiene caso decirlo.

-Te molestaste -señalé.

Me dio una sonrisa sin humor.

-Qué raro de mi parte -dijo con sarcasmo.

Lo miré con simpatía, él dio un respingo.

-No hagas eso. No soy digno de tu lástima. Sigo siendo el culpable de lo que tu hermano a hecho, y mi padre sigue siendo quien arruinó las cosas desde un principio.

-Quizás no fue su propósito.

-Pero fue mi propósito echar a Caine de mi manada.

-¡Fue necesario! -dije desesperada.

El hecho de que Caine hubiese sido desterrado no le daba el derecho a matar a personas de carne y hueso, que sentían como él. Amaba a mi hermano, pero no podía encontrar el punto razonable de lo que había hecho. Me sentía mal, sentía que mis manos estaban atadas. ¿Cómo le diría a mi madre que su hijo era un asesino? ¿Cómo le podría robar los momentos de felicidad que habían resurgido? Yo estaría siendo la mala hija, pero no encontraba otra manera de parar a Caine. No quería pensar en qué podría hacer cuando llegara a casa. No quería pensar en qué podría hacerle a mi madre con tal de hacerme darle a North a cambio.

Caine no haría tal cosa... ¿O sí?

Un escalofrío recorrió mi espalda.

North, notándolo, sujeto mi mentón para inclinar mi cabeza y mirarle a los ojos. Lágrimas ardían en los míos.

-Todo va a estar bien -susurró, mi mano seguía en la suya, y le dio un ligero apretón. Vi sus ojos verdes viajar a mis labios, pero hesitó un segundo antes de decir en voz baja-, Confia en mi, todo estará bien.

-¿Qué haremos con Caine? -pregunté nerviosa.

No perdió un segundo en responder.

-Hablaré con él, le diré lo que hace tiempo debí haberle dicho. Lo haré entender, te lo prometo, Jayden. Sólo no le dejes saber que sabes lo que ha hecho.

-Muy tarde. Hoy tuvimos una discusión. Se ha enterado -repliqué en voz pequeña.

North resopló irritado.

-Está bien. Pero tu no sales de esta casa sin mi, y mucho menos te quedarás a dormir en tu casa -Su postura se había tensado, sus ojos lucieron más vigilantes. Estaba hablando el alfa, no el chico intoxicado que había encontrado unas horas antes enrollado en su cama con una botella de vodka en la mano-. No sabemos cómo reaccione Caine, entiendo que es tu hermano, pero...

-Pero ha cambiado -musité debatida. Lo entendía perfectamente.

Y luego sus palabras completas cayeron como un balde de piedras sobre mi.

-No puedo quedarme aquí -dije petrificada.

Parpadeó varias veces, como si le hubiese dicho que tenía doce dedos en las manos.

-¿Por qué no?

-North...

-No. Espera -Levantó un dedo-. No quiero decir que te quedes conmigo, aquí -a menos de que así lo quieras, lo que creo que no quieres-. Sino en una recamara aparte. Sólo quiero saber que estás bien. Te prometo, Jayden, no es por mi beneficio.

Me quedé en silencio por unos segundos, sopesando sus palabras. Si me quedaba en su mansión estaría segura, Caine no haría nada en mi contra. Pero al mismo tiempo correría el riesgo de escabullirme en su habitación sólo porque era una tortura estar a su alrededor sin poderlo tocar.

¿Por qué no quería estar con él? Aún había algo en mi que me retenía. Necesitaba averiguar qué era. No le tenía miedo; North siempre había estado ahí cuando lo había necesitado, defendiéndome y escuchándome en mis momentos cruciales, era difícil tenerle miedo a la persona que me podía proteger de mis propias inseguridades. Pero me sentía aún herida, ser confiada había sido mi pecado, y seguiría siendo mi destrucción si dejaba pasar bastantes cosas por alto.

Asentí con la cabeza lentamente, jurándome que a pesar de aceptar lo que me proponía no iba a intentar nada, mucho menos le iba dejar intentar algo. Estaría guardando mi distancia, me gustase o no.

-Bien. Pero mañana me voy temprano -respondí.

North aprobó mi condición y en el interior de sus ojos verdes pude notar un brillo de esperanza.

Raised by Wolves ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin