Capítulo Quince: Feliz Año Nuevo, Lobo Solitario.

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Koda se fue un par de días después. Dakota le rogó a la tía Angie que la trajera más seguido y yo me atrevo a decir que la iba a extrañar. Tener a una pequeña mocosa encantadora alrededor había hecho las cosas mas fáciles, y había disminuido mi preocupación, aunque al mismo tiempo comprendía que era una responsabilidad más de la cual hacerme cargo. Además del hecho que North y Poker se mantendrían más desinteresados ahora que me encontraba sola.

Y así fue.

Al siguiente día el cambio de ronda fue disminuyendo, y North sólo había venido una vez al día para asegurarse que nada estuviese fuera del orden. Sentía que su alejamiento se debía a la noche pasada, cuando me había hablado sobre su familia. Ethan pasaba la mayoría del tiempo alrededor, y Dakota venía un par de veces, que, casualmente, coincidían al tiempo en el que Poker llegaba.

Al tercer día, Ethan habían traído su Wii y establecido en mi sala, la cual se encontraba llena de envolturas de barras energéticas, papitas, y latas vacías de Coca-Cola. Me había levantado tarde, y Ethan estaba pasando la noche en la sala, pero no pensaba que se hubiese acomodado con tanta facilidad. ¿Qué le pasaba a los chicos de ahora? ¿Dónde habían quedado aquellos caballeros que temían estar un minuto a solas con una chica en casa ajena? La juventud de ahora; se burlaría Ynyr, incluso cuando a ella no le importaba tanto el hecho. Americanos y su típica libertad de expresión.

—Espero que estés cómodo.-— mascullé caminando hacia la cocina.

Si Ethan escuchó el sarcasmo en mi voz simplemente lo ignoró.

—Tengo hambre.— dijo siguiéndome.

Le di una mirada escéptica.

—Amigo, has estado comiendo a cada hora que te veo.

—Nuestro metabolismo es rápido.— replicó encogiéndose de hombros.

Negué con la cabeza, divertida. No pensaba dejarlo sin comer si eso significaba tenerlo contento. Aaron era todo una bestia salvaje cuando no tenía comida, y seguro como el infierno que no quería descubrir el temperamento lobuno de un Ethan famélico.

Me moví alrededor de la cocina, sacando la masa para pancakes y un par de huevos más un poco de leche, sintiendo su mirada desde la isleta en donde se encontraba apoyado. Cuando comencé a batir todo junto y sentía sus ojos quemar en mi nuca, me volteé a enfrentarlo.

—¿Qué?— le pregunté un poco malhumorada.

Ethan me dedicó una sonrisa casual que hacía que las comisuras de sus ojos se arrugaran y encogió ligeramente un hombro mientras continuaba inspeccionándome.

—Luces encantadora en pijama de gatitos y tu cabello despeinado.

Yo no lo creía tanto, pero automáticamente pasé una mano por mi nido de pájaros —quiero decir, cabello—, lo que causó que se llenara de harina. Ethan soltó una carcajada contagiosa y terminé riéndome a su lado.

***

Ynyr llegaría esta tarde, por lo cual, había puesto a Ethan a ayudarme con todo el desastre que habíamos causado. Mientras él aspiraba la alfombra y acomodaba la sala, me había puesto a lavar la ropa y organizar la cocina; odiaba lavar los platos, así que tenía un gran monto acumulado de todos esos días atrás.

Cuando finalmente terminamos, ambos ocupábamos una ducha.

—Regresaré más tarde; hablaré con North y le diré que puedo vigilar el territorio por mi cuenta.— comentó cuando salía de la casa.

Asentí mientras lo veía subirse a su auto y dejar un trazo de llantas sobre la nieve por el porche. Un par de horas después, un taxi se estacionó en la entrada, y una mujer con un gran saco gris oscuro que lucía muy costoso, botas de cuero y cabello negro cayendo como una cascada sobre sus hombros salió del taxi, caminado hasta la puerta.

Raised by Wolves ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora