Capítulo Treinta y cinco: En Casa.

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-No creo que lo estés haciendo de la manera correcta -Dakota miró por encima de mi hombro y arrugó la nariz-. No luce muy apetecible.

-Cambiarás de opinión cuando lo pruebes -canté con arrogancia, mientras que metía el sartén de metal al horno y lo cerraba con la cadera. Limpié los residuos de masa en mi camisa-. Verás que para el final de la cena no habrá quedado pastel.

-Porque nos encargaremos de tirarlo por el fregadero -Dakota señaló. Caminó con el bol de puré en las manos y lo colocó sobre la mesa.

-Eso no fue muy lindo -murmuré, antes de ir hasta la base de las escaleras y gritar-: ¡Ynyr, ya está todo listo!

-¡Está bien, puedes ir con Dakota -gritó desde su habitación-, yo me encargo del resto!

-Oh-kay. Asegurate de que el pastel no se queme.

-O explote -mi mejor amiga agregó, antes de tomar las llaves y sacudirlas en mi cara con una gigante sonrisa.

Salimos de la casa y nos subimos a mi Mustang con una risita tonta. Dakota subió el volumen del radio cuando Poker Face de Lady Gaga sonó, y llegamos a su casa antes de que la canción terminara. Iba a bajarme del auto cuando miré la pequeña nota en medio de los asientos. Un escalofrío recorrió mi piel. Traté de lucir tranquila, pero mis manos temblorosas me delataron, Dakota empalideció.

Solté un suspiro silencioso y leí la caligrafía desordenada.

Tres palabras que me llegaron al corazón, pero que al mismo tiempo me hacían tragar bilis.

Cerré los ojos con fuerza. Esto era pasado. No iba a dejar las cosas resurgir y devorarme.

-Vamos a arreglarnos -mascullé, arrugando el papel en mi mano y tirándolo al suelo.

A pesar de que tuve diversión con mi mejor amiga mientras buscábamos el vestido adecuado para la cena de esta noche, las palabras resonaban en mi cabeza como un martillo golpeando la pared.

Perdón. En serio.

***

Para cuando regresamos a la casa ya había un par de autos en el camino. Reconocí la motocicleta de Ethan, el Shelby gris de Poker y el Camaro negro de North. El resto eran parte de los colegas de mi madre. Estacioné el auto al lado del de North y me bajé, limpiando mis manos sudorosas en el satín azul marino el vestido. Dakota aplicó un poco más de brillo para labios y me dio una sonrisa conocedora. Enarque una ceja.

-¿Qué? Poker está allá dentro; necesito lucir espectacular.

-Tu siempre luces espectacular -apunté.

Su sonrisa se ensanchó.

-Lo sé.

Caminamos al porche de la casa y antes de que pudiésemos tocar la puerta Ethan estaba frente a nosotras, extendiendo ambos brazos.

-Señoritas -nos dio una sonrisa traviesa; su mejilla cicatrizada arrugándose-, las esperan sus caballeros.

Dakota lo golpeó en el hombro, pero ambas aceptamos su brazo para hacer entrada. La casa olía a especias y velas de cera, las luces creaban calidez en el ambiente. Observé gente que no conocía, la mayoría con copas de champaña en la mano. Algunos nos miraron de reojo, y me sentí incomoda cuando curioseaban sobre la cicatriz de mi amigo; Ethan jamás la mencionaba, pero sabía que de alguna manera lo hacía sentir como un raro en el show. Apreté su brazo y le sonreí, alentándolo a no sentirse intimidado. Sus hombros se enderezaron bajo su tuxedo negro y se abrió paso entre la gente.

Dakota los miró antes que yo. Sus ojos se enfocaron en su chico y Poker arqueo ambas cejas con sorpresa al verla. Era obvio que estaba impresionado con lo que veía. Mi mejor amiga vestía un bonito vestido negro de mayormente encaje, que se ajustaba a su piel a la perfección, pero al mismo tiempo le daba aire sofisticado. Había conseguido lo que quería.

Raised by Wolves ©Where stories live. Discover now