Capítulo Dieciséis: Regla de Oro: No Socializar con el Lobo.

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Llegamos a casa no mucho después de que los niños se durmieran y que Dakota se quejara de que sus padres hablaban mucho a lo que le contesté que seguramente lo traía de herencia y me gané un golpe en el brazo. Sin embargo, tuvimos que retirarnos, y aquí estábamos, metiendo la mitad de la pierna de jamón y pastel de calabaza en el refrigerador.

—Panquesito, estoy muy cansada.— Ynyr murmuró.

—Ve y duerme. Yo me encargo de poner todo en orden y mañana hablamos.— la alenté dándole una sonrisa.

Ella asintió y subió las escaleras arrastrado sus botas de tacón por todo el camino. Pocos minutos después subí hasta mi cuarto y me acosté en mi cálida cama esperando cerrar los ojos y poder hundirme en mi sueño de belleza.

***

No podía dejar de pensar en North.

Por mi mente pasaban escenarios donde él tenía que pasar el año nuevo solo, sin ningún familiar a su lado. Cierto, la manada estaba ahí, pero no se comparaba completamente.

Lo peor de todo, era que habían pasado dos horas en las que me removía incómoda entre las sabanas, esperando que el sueño llegara, pero no podía cerrar los ojos. Así que aquí estaba, mirando al techo y preocupándome por alguien por el cual no debería.

Era eso, o pensar en cuán solitario podía estar mi hermano -si es que seguía vivo- ahí afuera.

***

Media hora más tarde, me decidí a bajar las escaleras y hacer algo.

Busqué en el refrigerador y saqué un pedazo de pastel de calabaza. Lo puse sobre un plato desechable y lo cubrí con un poco de frosting. Caminé hasta la puerta y me preparé mentalmente por la ola de frío y la vergüenza que sentiría si North no estaba afuera.

La nieve cubría todo el jardín y la luz de luna apenas pasaba entre las ramas de los árboles, creando sombras que causaban que mi piel se erizada.

Quizás ni siquiera está aquí afuera. Sólo regresa a casa y duerme.

Apreté el borde del plato y di un paso enfrente.

-¿North?- susurré, mi aliento tibio creando una nube blanca frente a mi. Mis dedos cosquilleaban por el frío.

Cuando creí que nada iba a ocurrir, un lobo negro de ojos verdes me miró con parsimonia, caminando lentamente hacia mi.

Coloqué el plato de pastel sobre la nieve y me sentí muy estúpida al haberle traído tal cosa. ¿Suponía que lo iba a comer así? Sobre todo, tenerlo tan cerca en su forma animal era más temible que tenerlo como el North amenazante y arrogante humano.

Esos perforadores ojos verdes. Tan similares a aquel lobo.

Me obligué a tomar una fuerte inhalación y estar lo más tranquila que podía tolerar con el gélido clima congela huesos.

—Estabas en el jardín de Dakota.— no fue una pregunta, pues sabía bien lo que había visto. —Me estabas espiando.— no esperé que me respondiera, solo seguí hablando mientras él me miraba fijamente. —Me sentí extraña, ¿sabes? Creo que no te esperaba ver ahí, luciendo todo orgulloso de ti mismo y tan arrogante, como si nada te afectara a pesar de la tempestad y me hiciste pensar en muchas cosas.

Él ladeó su cabeza, como si esperará que prosiguiera. Como si hablar con un lobo que no puede responder no fuese tan mediocremente insano.

—Pensé en Caine por una fracción de minuto, así como pensé en él en la cena de año nuevo. Me imaginé que él podría seguir vivo, con nosotros, y que cada navidad y año nuevo sería emocionante porque él siempre hacía una locura para alegrar el hogar. Pero supe que pensar en él no estaba bien, ya que sería como vivir en el pasado. Así que dejé de pensar en él y mejor pensé en ti. Y fue un poquitín peor. Quiero decir, aquí estas tu, llenando mis pensamientos mientras trató de dormir y haciéndome preguntar cómo has estado este año nuevo, sin alguien con quien compartir una cena...

Raised by Wolves ©Where stories live. Discover now