Capítulo Seis: Presa del Pánico.

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―No, no, no. Definitivamente no.― Dakota siguió repitiendo eso por aproximadamente quince minutos después de llegar a casa. ―Es terrible. Infame. Horrible. No.

―Relajate...― catareé, dejando mi chaqueta a un lado y sentándome en la cama. Tenía ganas de patear mis botas a un lado y hundirme entre las sábanas con una buena taza de café y un libro en mano; el clima lo ameritaba, pero sabía que Dakota probablemente quería salir a correr alrededor para liberarse de tanta tensión que la hacía erguirse. ―No es como si fuese tal cosa.

―Deberíamos quemar esa atrocidad y llevarle sus cenizas, para luego soplarlas en su cara, que se ahogue en cenizas y que no pueda respirar. Que su cuerpo sea enterrado en el bosque sin que nadie lo pueda encontrar hasta que los cuervos coman sus ojos.― ella sentenció.

―¡Ugh! ¡Eres una psicópata!― chillé cubriéndome los odios, la imagen mental de North sin ojos y semi podrido era traumática.

―Deberíamos regresado el pañuelo. Dios, ¡ese tipo no lo hizo! ¡Maldito bastardo cambia formas!― ella se masajeó el cuello con intensidad y cerró los ojos antes de soltar un gruñido bajo. ―Quiero cambiar. Necesitó salir.

―Deja de estresarte. No es como si me hubiese declarado la guerra. El tipo sólo quiso ser caballeroso y―

―No, no, no. Tu no entiendes, North ni es caballeroso, y no da paso sin zapato. Está tramando algo, ¿le dijiste que estás de nuestro lado? Demonios, ese tipo es peligroso, ¡y hueles a él!

―No me pareció que olía mal.― dije antes de pensarlo bien.

Dakota entorno los ojos hacia mi.

―La manada sabrá en dónde estuvimos. No se pondrán demasiado amistosos. De hecho, no se pondrían amistosos si vamos al territorio de otras manadas, pero con North es peor. Esos tipos no son buenos, Jayden St. Crow, son malos, ¡criaturas sin una pizca de sentimiento!

Era mi tiempo de masajear mi cuello y gemir entre dientes:

―Me doy una ducha y todo se acaba. Además, no es como si Poker parece una vil criatura infernal.

Vi por mi visión periférica que sus mejillas se cubrieron con un ligero y sitio sonrojo.

―Él es como una excepción.― murmuró. ―Poker es...

―¡Adorable, carismático, mi príncipe encantador!― canté con voz chillona y batí mis pestañas hacia ella, quien me lanzó una almohada no tan levemente.

―Ni lo digas en broma.― gruñó, antes de articular: admito que es lindo, pero no puedo... Me miró indecisa, tu sabes lo que quiero decir.

Asentí y señalé: eso no deja de decir que te gusta.

Me siento atraída por él, lo admito. Pero... Diferente manada.

Lo . Eso... Como no sabía una buena palabra en señas, la deletree: a-p-e-s-t-a.

Ella se río en silencio, pero noté nostalgia en sus ojos antes de voltear a mirar la noche oscura por la ventana.

***

Antes de poder salir de la casa y encontrarme con Dakota al día siguiente, mi mamá se aclaró la garganta. Me giré sobre mis talones y esperé que comenzara a atacarme con preguntas de porqué había faltado a la escuela, pero me encontré con una Ynyr nerviosa, su cabello oscuro trenzado a un lado, sin maquillaje y una gigante camisa de la Universidad de Colorado. Sus finos y delicados dedos jugaban con un sobre blanco con detalles en dorado.

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