Anexo Dos.

7.2K 620 3
                                    

N\A:

Uh-huh. Tienes dos notificaciones el mismo día. Resulta que esta escritora no puede mantener sus manos lejos del teclado y decide publicar más y más y más y más. Pero prometo que con esta me despido por hoy!!!

Disfruten su lectura!

—Gi.

*************

La primera vez para todo era la más dolorosa.

Aquella noche que Caine por primera vez cambió, fue como arder en el infierno mientras el diablo soplaba para mantener el fuego.

Era una noche de verano, cinco meses después del incidente en las afueras de su casa. Caine tuvo el deseo de salir de su habitación a la mitad de la noche, sintiendo una fuerte emoción que lo llevaba a ver la luna con fervor y pasión. Él de pronto se sentía con una fuerza especial, una fuerza que lo llevaría a hacer demasiadas locuras, pero que por ahora, por ese pequeño momento, esa fracción de segundo, lo llevaba a sentirse invencible e impotente.

Caine caminó con pies descalzos por el pasto verde oscuro en el patio de su casa y miró al bosque perpetuo con una extraña razón. Él sintió en las puntas de sus dedos un fuego abrazador que lo hizo bajar la mirada para corroborar que nada de lo que estaba tocando era flamable. Sus dedos ardían por tocar el césped, y se arrodilló ante éste, sintiendo las pequeñas escamas microparticulares bajo su tacto. Caine de pronto estaba sintiendo más de lo que había sentido en toda su vida. Sus sentidos se estaban volviendo más finos, permitiéndole disfrutar de todo a su alrededor.

Caine parecía amar ese sentimiento.

Él quiso sentir el pasto con sus labios, ya que estaba curioso de saber si se podría sentir lo mismo, así que acercó su rostro al césped fresco y besó el suelo, anhelando una conexión especial con la Madre tierra, aspirando y llenado sus pulmones con ese delicioso aroma a humedad terrestre que siempre parece venir cuando la tempestad se avecina.

Pero de pronto todo se vio desenfocado.

Su espalda se arqueó con un estremecimiento agonizante y soltó un gruñido bajo que no parecía pertenecer a su cuerpo. Sus dedos se cerraron contra el césped, arrancándolo con fuerza cuando una onda de electricidad corrió bajo su piel. Escuchó la tela de su pijama desgarrarse y quedar al desnudo. Hubiese sentido vergüenza y mortificación sino fuese porque el terrible dolor lo hacía prestar mas atención.

Caine escuchó huesos quebrarse y sus ojos se ampliaron al comprender que eran los suyos. Mordió su lengua hasta probar la sangre, pero el dolor no cesó. En cambio, lo embistió con mas fuerza que antes, llevándolo a sesiones imparables de convulsiones en el pasto, que lo tenían retorciendo y contrayendo como muñeco de trapo.

Un grito ronco escapó de su boca cuando sus ojos se empezaron a llenar de motas oscuras, borrando consigo todo estivo de color en el ambiente. Por un segundo el pensamiento de que se quedaría ciego cruzó por su mente, pero todo quedó en su lugar, las imágenes ahora sólo estaban en blanco y negro.

Sintiendo su piel arder en llamas, soltó un gemido que el viento nocturno se llevó. Sus dedos pronto se sintieron forrados de un suave pelaje al igual que su rostro y su espalda. La piel bajo sus uñas ardió como si hubiese sido expuesta a ácido sulfúrico, rasgándose lentamente hasta hacer que garras inhumanas remplazaran el lugar donde sus uñas antes yacían. Su boca se sentía adormecida por un momento, hasta que escuchó su mandíbula tronar y alargarse, estirando la piel de su cara como si fuera un material flexible. Sus dientes se deformaron y crecieron como dientes afilados de un animal salvaje.

Y la tortura le era incesante.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que no pudo sentir derramarse por culpa del espeso pelaje que lo recubría. Estaba llorando; Caine iba a morir solo, en medio de la oscuridad, sin explicación alguna. Con ojos acuosos aún pudo ver que sus manos ya no eran manos humanas, si no patas caninas y tenían garras.

Caine quiso soltar un grito, pero cuando sus pulmones se llenaron de aire y su garganta se abrió, un sonido profundo y gutural salió de su hocico.

Un aullido que se extendió por todo el bosque.

Una replica exacta le respondió algunos pocos segundos. Las palabras cantando en el viento en un coro armonioso que le hacían sentir terror y a la vez curiosidad. Pánico y placer. Opresión y libertad.

Soy parte de la manada.

Soy uno de ellos.

Somos uno y somos todo.

Somos el alfa y él es nuestro omega.

Él entonces comprendió, cuando la agonía se desvaneció al igual que la metamorfosis, que estaba Infectado y se había convertido en un Cambia Formas.

Y su hermana, por la ventana de su habitación, había visto todo.

Pero eso no era algo que él hubiese visto.

Raised by Wolves ©Where stories live. Discover now