Capítulo Tres: No Eres Bienvenida.

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―¿Por qué me da la impresión de que esto no resultará tan bien como planeaba?― Dakota masculló a mi lado, frotándose las manos sobre sus guantes blancos de lana. Su temperatura corporal era mas cálida que la de un humano regular, pero sin su pelaje seguía indefensa ante el gélido clima de Oregon.―Dios, sí que está frío.

―Relajate. No hay nada que pueda resultar mal. Iremos dentro de la tienda de tatuajes, quizás encontremos un par de lindos motociclistas y podemos tomar un aventón con ellos. Fácil y práctico.― respondí dándole una sonrisa maliciosa.

Ella dejó los ojos en blanco.

―No ha motociclistas lindos. Todos son viejos, con largas barbas, no se bañan y apestan a whisky la mayoría del tiempo. No es la manera en la que pienso terminar.― replicó.

―Algún día, entonces, encontraremos a los elegidos. Motociclistas limpios, sin barbas y jóvenes. ¿Por qué el amor por Harley Davison tiene que estar peleado con la señorita Higiene?

―Regla mundial.

―Lo que sea.

Habíamos llegado a la tienda de tatuajes que se llamaba Pins & Neddles. La fachada lucía gótica y tétrica, pero el exterior del lugar parecía ser muy limpio. Musica rock sonaba detrás de la puerta, y antes de que pudiera tomar la manija para entrar, Dakota tomó mi muñeca y levantó la nariz al aire.

―¿Qué pasa?― pregunté ceñuda.

―Algo no huele bien.― susurró.

―¿Orina de perro?― sugerí, pero ella no rió.

―No, es algo... más. Esta parte de la ciudad no siempre es confiable, Jay. Deberíamos irnos.

―No hay manera.― arranqué mi muñeca fuera de su ferré agarré y la miré decidida. ―Es segura como el infierno que consigo mi tatuaje, Dakota. Con o sin ti.

―Eso no es lo que quiero decir...― respondió, pero antes de que pudiera decir algo más yo ya había entrado en Pins & Neddles.

El rock pesado invadió mis oídos al cruzar la puerta y el aire a mi alrededor olía mejor de lo que suponía al principio. Un par de chicos emo levantaron la cabeza al escuchar la pequeña campaña de la puerta tintinear y una chica detrás de un escritorio que tenía una placa escrita a mano que se leía "Secretaria" me dio una cálida sonrisa.

Dakota entró un par de segundos más tarde, luciendo molesta, y noté cómo la sonrisa de la secretaria improvisada se esfumó de su rostro y se levantó de un salto, dejado sus dientes al aire. Los chicos emo lucieron perdidos y desorientados ante el espectáculo.

Oh, Dios. Habíamos corrido sobre una lobo de la manada contraria.

Dakota tomó mi brazo con fuerza y me jaló hacia la salida nuevamente, tratando de protegerme por si un ataque se avecinaba, pero dos hombres más habían salido detrás de una puerta, luciendo aterradores y molestos.

―No son bienvenidas aquí.― dijo uno de ellos, que vestía una cazadora demasiado ajustada y marcaba sus bíceps con fuerza cuando colocó ambas manos sobre su pecho y nos dio una mirada agria.

―Huh, sí, por supuesto. Nos íbamos justo ahora.― balbuceé con nerviosismo, no queriendo mirar hacia el otro gorila, quien tenía un parche negro en el ojo. Siempre me habían puesto incomoda los tipos con parches.

Dakota volvió a jalar mi brazo, pero un chico de cabello castaño arenoso y un piercing en la nariz había salido detrás de una cortina, pareciendo aturdido pero no molesto.

―¿Qué pasa aquí?― preguntó hacia el tipo de la cazadora.

―Lobos.― ladró en voz baja.

Raised by Wolves ©Where stories live. Discover now