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—Estoy un poco nervioso, no quiero que las cosas resulten mal otra vez...

Richard palmeó suavemente la espalda de su mejor amigo al verlo lucir de esa forma, respiraba demasiado rápido y no podía quedarse quieto, se movía en su lugar o su pie boteaba en el suelo todo el tiempo.

—Tranquilizate, ahora es el momento perfecto para charlar con ella y solucionar las cosas, ¿quieres que estén distanciados justo ahora cuando ella estaba regresando a tu vida? —el castaño negó, e hizo presión con sus dedos sobre sus ojos, sentía que se volvería loco.

—Por dios, necesito un maldito cigarrillo ahora... —murmuró, sintiéndose preso de sus sentimientos y buscando en sus bolsillos una vieja cajetilla casi vacía.

Cuando sacó uno y lo llevó hasta sus labios, protestó de inmediato al no sentirlo ya en su boca, viendo al de ojos azules tenerlo en sus dedos ahora, y la cajetilla en la otra mano.

—Ni lo pienses, prometiste que lo dejarías, y no quiero visitarte en un centro de rehabilitación en los próximos meses. —lo regañó de inmediato, y es que había abusado del tabaco y los fuertes tragos últimamente.

—Tienes razón, tienes razón, lo lamento. Cada vez que tengo problemas o me siento mal, es lo único que logra calmarme. —se sentía tremendamente culpable al respecto, sobre todo porque le había ocultado a su novio que los cigarrillos y el alcohol excesivo habían regresado a su vida como sus antiguos compañeros en la tristeza y malos momentos ese último tiempo.

—Entonces debes buscar otra manera de calmar tus sentimientos, John, no puedes recurrir a esas cosas siempre que te sientas mal. ¿Con qué vendrás después? ¿Hierba? ¿LSD? ¿Drogas mucho más fuertes? —su intención era que su amigo recapacitara en ese sentido, no quería que volviera a caer en el fondo de ese pozo en el cual estuvo años escondido.

Aquél pozo en el que estuvo hasta que su relación con Paul mejoró, y poco a poco comenzó a escalar hasta salir de ahí, dejando todas las cosas malas detrás, y viendo lo grandioso que el mundo era en realidad.

—Toda esta situación me hace sentir terrible, lo lamento. —se disculpó una última vez, luchando por calmar el molestoso temblor de sus manos.

—No soy yo a quien tienes que pedirle disculpas, sino a ti mismo. —y aquello fue lo último que salió por la boca de Richard, sabiendo que todas las palabras que había dicho girarían en la cabeza de su mejor amigo por el resto del día.

John le había pedido a Starkey que lo acompañara al parque porque había quedado de juntarse con su madre en el lugar y necesitaba palabras de ánimo y apoyo, le habría gustado tener a Paul a su lado ese día, pero sabía que había ido al centro comercial junto a George y no quería arruinar sus planes con algo así. Ahora estaba agradecido de tener a su mejor amigo en ese momento, Richard siempre tenía las palabras correctas para cada momento, y era el responsable de hacerlo tocar fondo cuando las cosas se descontrolaban dentro de su cabeza.

—Oh mierda, ahí viene —murmuró nervioso cuando la vio a lo lejos, a punto de tener un ataque.— ¿crees que las cosas se solucionen? No quiero que se vaya de mi vida otra vez, no me importa lo molesto que haya estado con ella hace unos días, no quiero perderla como cuando era niño...

—Hey, tranquilo, todo saldrá bien. —lo animó, manteniendo ambas manos en sus hombros, teniendo su completa atención e intentando sonreírle para transmitirle algo de tranquilidad.

—Te besaría para agradecerte por todo lo que haces, pero le soy completamente fiel a mi Paulie. —el de ojos azules giró los ojos en respuesta.

—Es mejor que no lo hagas, no quiero que se me pegue lo baboso. —se burló, y el más alto rió suavemente.

Cuando Julia estuvo a unos pasos de ellos con una sonrisa un tanto tímida en su rostro, ellos se despidieron con un fuerte abrazo, y se separaron, siendo John el que se mantuvo con la pelirroja en ese lugar y Starkey yéndose sin rumbo alguno.

change ; mclennonWhere stories live. Discover now