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John intentaba evitar a toda costa la penetrante mirada de James sobre él, y es que el padre de su novio había sido quien lo ayudó a ponerse la bata para pacientes cuando llegaron al hospital y lo internaron, y aquello ocurrió exactamente dos días luego de haber hecho el amor con Paul. Las marcas no se habían ido en lo absoluto, y el hombre no dejaba de mirarlo fijo, sabiendo que algo había ocurrido cuando los dejó solos en casa ese día.
George, su padres, Stuart y Richard también estaban ahí, intentando desearle toda la suerte del mundo en la extensa cirugía que tendría pronto, el muchacho estaba rodeado de personas que apreciaba mucho, y se sentía completamente apoyado por toda esa gente que estaba ahí en ese momento.

—Bien James, es momento de decirle adiós a ese bonito cabello. —la grave voz de su doctor sonó entre las muchas que habían en la habitación, no había notado en qué momento apareció.

—¿Me dejará calvo? —preguntó formando un pequeño puchero, mientras acariciaba su propio cabello con sus dedos como si se estuviese despidiendo de él.

—No Paul, pero tu cabello estará bastante corto. —el chico suspiró un poco desanimado, pero al menos le dejarían un poco de cabello.

Las personas salieron de la habitación para dejar a su doctor realizar el trabajo, algo que pudo haberle encargado a los enfermeros, pero le gustaba charlar con Paul y quería hacer todo él. Acomodó las piezas de la máquina eléctrica y comenzó a cortar su cabello, lanzandolo al suelo como si se tratase de una peluquería, haciendo reír al chico de vez en cuando, ese hombre era divertido, demasiado a pesar de todo el trabajo que tenía.

—Vi a tu padre observar a John como si fuese el hombre que atropelló a su perro, ¿ocurrió algo? —quiso saber, mientras cambiaba de lugar para seguir cortando su oscuro cabello del otro lado.

Paul rió por lo dicho, fue una extraña analogía.

—Bueno, John me dejó algunas marcas y creo que papá las vio. —el adulto rió suavemente, y observó de reojo su cuello con diversas manchas color violeta, ¿ese par de adolescentes no se calmaban ni un poco? Si querían pasar desapercibidos, debían al menos escoger lugares menos visibles para hacerse ese tipo cosas.

Su doctor negó con una pequeña sonrisa y lo hizo sonreír, para terminar el trabajo de cortar su cabello.

—Bien Paul, puedes ir a verte en el espejo del baño. —el chico asintió, con una mueca nerviosa.

El adulto evitó reír cuando escuchó un pequeño grito proveniente del baño, luego el chico salió del pequeño cuarto con un puchero en los labios, si bien no estaba completamente calvo, ¡tenía muy poco cabello! Su frente lucía enorme, y es que sus hebras se encargaban de cubrir esa zona antes. Sus ojos estaban cristalizados y sintió vergüenza repentinamente, ¿se burlarían de él? Tuvo aquella charla muchas veces con su novio, y sabía que el cabello crecía con rapidez, pero simplemente no podía creer que ese momento había llegado finalmente.

Arrastrando los pies regresó a la camilla, y tomó de su costado la bufanda de Gryffindor que John le había tejido el día anterior, se le había hecho un tierno detalle cuando su novio intentó tejerla sin tener experiencia con rapidez para dársela ese día, por lo que habían un par de huecos y partes de la lana de forma no uniforme, pero aquello le daba igual. Con velocidad envolvió la prenda en su cabeza y le dio el visto bueno al cirujano para que dejaran entrar a las personas de regreso, haciéndolo reír.

—¿Quién es mi mejor amigo calvo? —bromeó George, siendo el primero en entrar y acercándose al chico con los brazos abiertos.

—La próxima vez que duermas en mi habitación, me encargaré de afeitar toda tu cabeza, ya sabes, tienes el sueño ligero.

change ; mclennonWhere stories live. Discover now