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El de pestañas rizadas se movía en su lugar de un lado a otro completamente nervioso, frente suyo se encontraba la casa de la mujer que se suponía era su suegra, estaba aterrado por cómo saldrían las cosas, y aunque John le dijo mil veces que su madre ya sabía de él y que tenía ganas de conocerlo no podía evitar estar ansioso y nervioso a la vez, ¡era un terrible sentimiento!

—Hey, ya cálmate —y palmeó su espalda con suavidad, viéndolo sonreír extraño en respuesta.— tocaré la puerta.

—¡N-no, no! Déjame respirar. —y sacudió sus manos frente suyo en negación, pero ya había sido tarde, pues el castaño había golpeado la puerta con una malvada sonrisa disfrazada de una inocente.

—Ups. —murmuró, su novio resistió las ganas de enseñarle su dedo medio.

Cuando la puerta se abrió frente suyo el muchacho de ojos hazel sintió cómo el alma se le escapaba del cuerpo, nunca había estado en una situación como aquella, pues no había tenido alguna relación formal hasta que John le propuso ser novios.
Una delgada y pálida mujer de cabello pelirrojo y ondulado estaba de pie frente suyo, era realmente hermosa, tanto que una pequeña sonrisa se había formado en los labios del menor.

—¡Mi Johnny! —exclamó, casi lanzándose a sus brazos y llenando su cara de besos, haciendo al muchacho reír.

—Ya basta mamá. —murmuró risueño y un poco avergonzado ante sus muestras de afecto.

—Oh, tú debes ser Paulie. —se dirigió al menor una vez se separó de su hijo, para abrazar al muchacho y besar su mejilla.

Fue en ese momento que Paul sonrió con suavidad al notar que la madre de su novio utilizaba el mismo perfume que su madre Mary utilizaba.

—Es un gusto conocerla. —y ella le sonrió en grande.

—El gusto es mío dulzura, me llamo Julia, y John siempre me habla de ti —el castaño se sonrojó levemente ante eso.— ¡oh, pero qué desconsiderada soy! Entren, entren.

Entonces entraron a la pequeña, pero bonita y acogedora casa de la mujer, que vestía un delantal y tenía algunas manchitas de harina ahí mismo. Julia se había dirigido a lo que supuso era la cocina con rapidez, para aparecer segundos más tarde frente a ellos enseñándoles una bandeja metálica con pequeños pastelillos que lucían deliciosos sobre ella, pero no los había dejado comer porque estaban calientes.
Un par de pequeñas niñas habían bajado la escalera para corretear por las piernas de la mujer haciéndola reír, el ambiente era sumamente familiar y Paul no se había sentido incómodo, era agradable.

—Ellas son Julia y Jacqueline, mis hermanas. —presentó a las pequeñas que se habían puesto una junto a la otra frente a Paul, no tardando en sentarse de inmediato sobre sus piernas y toquetear su cabello.

—Niñas, no lo molesten. —las regañó la mujer suavemente, ellas rieron y siguieron jugando con el cabello de Paul, que reía con suavidad encantado con las niñas. John nunca le había comentado que tenía hermanas, pero tampoco estaba molesto por aquello, sabía que había retomado la relación con su madre hace no mucho tiempo y tal vez había conocido hace poco a sus hermanas.

—Vaya, ustedes son unas señoritas muy bonitas. —murmuró, haciéndolas reír.

—Ya déjenlo, es mío. —entonces John lo abrazó contra su cuerpo, las niñas no tardaron en protestar, marchandose de ahí finalmente.

—Eres un encanto Paul. —comentó la madre de su novio, haciéndolo reír tímido.

Entonces ella pegó un pequeño salto en su lugar dándose cuenta de que aún sostenía la metálica bandeja en sus manos, entre risillas se la llevó de regreso a la cocina, dejando a esos dos chicos solos otra vez.

change ; mclennonWhere stories live. Discover now