08

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Paul despertó sintiendo el sol pegar en su ventana causando que algunos rayos dieran con su cara y las paredes de su habitación, lo primero que cruzó su mente al despertar fue aquello que lo había estado atormentando, la muerte de su madre, era algo que simplemente no podía quitarse de la cabeza por un segundo siquiera, observó a su amigo durmiendo en el colchón babeando hacia el costado y las mantas lejos de su cuerpo al igual que las almohadas, se sintió feliz al saber que ese chico estaba allí simplemente para hacerle compañía y apoyarlo, no podría haber pedido a alguien mejor que George para cumplir el rol de su mejor amigo.

Se levantó sin querer despertarlo y se dio una corta ducha, al acabar se dirigió hasta su habitación para vestirse, por suerte, Harrison aún continuaba durmiendo, y aquello le dio tiempo para preparar algo simple para desayunar. En la cocina, una nota descansaba sobre la encimera, en ella, Jim le deseaba un buen día a su hijo y también le avisaba que había dejado el desayuno listo para el par de adolescentes en el microondas, Paul agradeció aquél detalle de su padre y abrió el aparato que estaba a sus espaldas pegado a la pared, allí reposaba un plato con una torre de panqueques, el chico sonrió, pues su padre era terrible en la cocina pero de todas formas se había esforzado en prepararle su desayuno favorito.

—Ugh... ¿Qué hora es? —preguntó la ronca y adormilada voz de George apareciendo en la cocina junto al muchacho, con el cabello alborotado.

—Son las 10 a.m Geo, si quieres puedes seguir durmiendo. —contestó mientras sacaba aquella delicia del microondas, el sueño de George se desvaneció por completo al ver aquello.

—Olvídalo, ya estoy bien despierto. —Paul rodó los ojos y rió con suavidad, repartiendo los panqueques en dos platos y en cantidades justas para ambos.

Ambos comieron mientras charlaban sobre temas varios, incluso sobre la escuela, la verdad es que George intentaba mantener su mente ocupada, pues cuando había silencio Paul se deprimía y quería evitar aquello a toda costa, cuando lo veía llorar se sentía morir por dentro, porque él veía a Paul como algo mucho más que su amigo, lo veía como a un hermano, aquél hermano que nunca tuvo y que sólo llegó a darle alegría a su vida.
Ahora hablaban sobre deportes, por algún motivo llegaron a ese tema, cuando Paul estuvo por rebatir algo, su celular sonó con una boba canción romántica de los años sesenta, Harrison no evitó reír, pues McCartney era un dulce chico amoroso.

—¿Quién habla? —fueron sus primeras palabras al contestar, pues era un número desconocido, pudo oír una especie de quejido al otro lado de la línea y luego la llamada se cortó, observó la pantalla intrigado y luego regresó el aparato a su lugar, George lo miraba alzando las cejas.

—¿Quién era? ¿Será que Paulie tiene una admiradora o admirador secreto? —le dio unos pequeños empujones, el chico negó.

—No lo sé, no pude oír su voz, cortó de inmediato. —Harrison se veía decepcionado ante aquello, causando una sonrisa en la cara de su amigo.

Mientras ellos volvían a su charla sobre deportes, John se mantenía encerrado en un cubiculo del baño de la escuela presionando su celular contra su pecho fuertemente, sintiendo su respiración desenfrenada y las mejillas rojas por completo, estaba sonrojado y muy avergonzado, no sabía porqué había llamado a Paul, y tampoco sabía en primer lugar porqué trató de conseguir su número telefónico con casi toda la clase, y la mejor pregunta que se tenía a sí mismo, era porqué demonios reaccionaba de esa forma.

—Vamos, sólo es Paul. —quiso aligerar su problema, estaba por marcar una vez más, pero se arrepintió y fingió llorar abrazando sus rodillas, con ganas de lanzar su celular muy lejos y desaparecer.

Segundos después su celular comenzó a vibrar, y al leer el nombre de Paul en la pantalla dejó caer el aparato al suelo de la impresión, lo recogió con rapidez temiendo más por lo que diría Mimi si se hubiese roto, que por ese hecho, el muchacho pudo respirar con tranquilidad al ver que no había sufrido daños y que continuaba vibrando, se sentía terriblemente nervioso, miraba en todas direcciones a pesar de que sabía que se encontraba completamente solo allí, pues había pedido permiso para ir al baño durante su clase y sólo lo había hecho para charlar con Paul, fue un acto el cual no pensó en su desenlace, y ahora allí estaba, metido en un cubículo lloriqueando dudoso sobre lo que debería hacer, si contestarle o no.

change ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora