35

1.3K 109 123
                                    

—Vamos Paul, ya no llores. —le pidió su padre con un tono calmado.

—¡No estoy llorando! —exclamó con el rostro rojo y las mejillas húmedas.

El adulto rodó los ojos, y caminó por detrás de su hijo, que estaba sentado en una silla de ruedas cubriendo su rostro, el muchacho estaba muy molesto por miles de motivos, uno de ellos era que su novio no había ido a buscarlo al hospital ese día, y otro, era que estaba en esa estúpida silla porque su cuerpo seguía muy débil y se tambaleaba cuando se ponía de pie, pero sólo la usaría hasta llegar a su auto, pues tendría que quedarse en casa y hacer un par de ejercicios que le habían pedido en el recinto médico para ejercitar un poco su cuerpo.
James empujaba la silla desde atrás mientras el chico llevaba un bolso con sus pertenencias ahí dentro. Ya se había despedido de los médicos que habían estado con él desde que ingresó, sobre todo del simpático Patrick, quien le había tomado un tremendo cariño, estaba realmente agradecido de ellos.

Con ayuda de su padre subió al asiento de copiloto, y una enfermera que los acompañó desde la puerta se llevó la silla de regreso al hospital. El adulto subió frente al volante y le dio un corto vistazo al par de muletas que descansaban en los asientos traseros, Paul tendría que usarlas si debían salir de casa, eran las muletas o una silla de ruedas, la respuesta de la elección entre ambas opciones del chico era bastante obvia.

—Me dijo que vendría y no está aquí —se quejó, haciendo un berrinche como si fuese un niño pequeño.— ¡tampoco contesta mis llamadas!

—Tal vez está ocupado Paul. —intentó tranquilizarlo el adulto a su lado, pero el menor a su lado parecía no querer escucharlo.

—¿Y si ya no me quiere porque luzco feo? ¡Ya no me quiere! —y cubrió su rostro para llorar.

James rodó los ojos, le parecía un poco cómico la exagerada reacción del chico, su novio no podía estar siempre disponible cuando el muchacho quisiera, pero ya se había acostumbrado a tenerlo todos los días a su lado, y ahora sería un poquito complicado intentar despegarlo de John, aunque fuese por un día.

—Él te quiere, debes estar tranquilo. —le habló con un tono suave, tratando de apoyarlo en su pequeña crisis.

—Papá, ¿John me seguirá queriendo a pesar de estar así? —preguntó, escuchándose incluso un poquito temeroso.

—John te ama Paul, la ha estado diciendo todo el tiempo los últimos días, no debes tener dudas al respecto. —con una sonrisa por parte de cada uno supieron que la charla había culminado allí.

El menor prefirió cerrar sus ojos y descansar el resto del camino, pero sin la intención de dormirse, si bien el hospital no estaba tan cerca de su casa, tampoco estaba muy lejos, y ya llevaban al menos un cuarto del camino. La música de los cassettes puestos en la radio del auto inundaba sus oídos y lo hacía mover su pie al ritmo de la música, los dedos de su mano daban pequeños saltos sobre su pierna, y movía sus labios cantando la canción, pero sin emitir ni un sonido. En cambio, su padre no sentía vergüenza alguna de cantar la canción, haciéndolo reír de vez en cuándo.

Someone told me long ago, there's a calm before the storm. —comenzó cantando el adulto una nueva canción.

¡I know! —exclamó Paul fingiendo sostener un micrófono en sus manos, al ritmo de la música por completo.— it's been comin' for some time.

Ambos cruzaron miradas y comenzaron a reír, cotinuando con su pequeño dueto cantando aquella canción de Creedence que les gustaba demasiado, y así, distrayendo un poco al menor de sus preocupaciones.
Paul armó un pequeño puchero cuando su padre se estacionó fuera de la casa, recordando a su novio, y las ganas que tenía de simplemente estar recostados en su cama, disfrutando del silencio y la compañía del otro, y lo mejor, las caricias que el mayor le daba en la espalda siempre.

change ; mclennonWhere stories live. Discover now