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—Auch. —Paul se quejó al sentir el algodón mojado con alcohol pasar por su labio roto.

—Oh dulzura, ese niño te dio una paliza. —la madre de George quería tanto a Paul como si fuese su propio hijo, trataba al chico con amor y mucho cuidado.

—Hubieses visto a ese idiota, quedó peor. —rió entre dientes el chico de cabello liso, su madre golpeó su cabeza.

—Cállate Georgie —lo regañó, ahora Paul eran quien reía burlón.— pobrecito Paulie, no puedo creer que te haya dicho esas cosas, dame su dirección e iré yo misma a golpear a ese tarado.

Cuando llegaron a la casa de George, James iba con uno de sus brazos rodeando el cuello de su amigo debido a que estaba muy cansado y herido, la madre del chico había apartado a su hijo y puesto su total atención en su amigo, limpiando las heridas y aplicando una crema especial para golpes en cada uno de los que tenía su cuerpo, ambos habían relatado lo que ocurrió sin saltarse detalle alguno, la mujer ya sabía del estado de la madre del chico, así que se molestó muchísimo cuando supo lo que le habían dicho al adolescente.

—¿Ese no es el mismo que golpeó a mi bebé la semana pasada? —preguntó una vez haber terminado de limpiar y curar las heridas del chico, poniendo pequeños parches en ellas.

—Sí mamá. —respondió el que era su hijo.

—Quiero pegarle tanto a ese pequeño idiota hasta que ya no recuerde ni su nombre, lo patearé en la entrepierna hasta que grite de dolor y-

—Mamá, es demasiado. —la interrumpió, ahora ambos chicos reían junto a la mujer.

—Muchas gracias por esto, usted es la mejor. —Paul le dio un corto abrazo a la mujer, que recibió agradecida aquél gesto.

—¿Puedes ver George? Paul es mucho más cariñoso y lindo que tú. —el chico la miró de mala manera y le dio la espalda, haciendo sonreír a su amigo.

—Acompañaré a Paul a casa. —mencionó el menor presente hacia su progenitora.

—Nuevamente, muchas gracias. —Paul le dio otro pequeño abrazo y se despidió.

—Vuelve pronto cariño, sabes que siempre te recibiremos con los brazos abiertos dulzura. —se despidió desde la puerta, viéndolos a ambos marcharse.

La distancia de la casa de Paul a la de George era de casi veinte minutos si iban caminando, es por ese motivo que el menor de ambos iba un poco asustado ya que el sol comenzaba a irse y temía que algo malo le ocurriera de regreso, pero no dejaría que su amigo se fuese solo a su casa, debía acompañarlo.

—Papá llegará en una hora a casa, él puede ir a dejarte. —comentó al verlo con esa expresión de preocupación, sabiendo de inmediato lo que pasaba por su cabeza.

—Uff, gracias por quitarme esa sensación del pecho. —Paul le enseñó una pequeña sonrisa.

Al llegar a casa el chico buscó sus llaves en su mochila, al encontrarlas abrió y dejó pasar a su amigo primero, quien se sentó en el sofá rápidamente, pues ambos tenían ese grado de confianza cuando estaban en la casa del otro. Paul rodó los ojos para pasar y caminar en dirección a la habitación de su madre.

—¿Quieres saludarla? —preguntó a su amigo, George se levantó con rapidez de su asiento.

—No tendrías ni que preguntarlo. —respondió decidido, pues Mary era como su segunda madre, una mujer sumamente adorable.

Al entrar en la habitación vieron a la cuidadora de la mujer quitándole una intravenosa del brazo y hablando sobre algunas cosas, Mary fijó su mirada en la puerta tras oír el sonido que emitía al abrirse, vio a su hijo y a su mejor amigo ahí parados observándola preocupados, les sonrió en grande y supo que de esa forma se calmarían.

change ; mclennonWhere stories live. Discover now