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El chico castaño caminaba por las calles de Liverpool con las manos metidas en los bolsillos, su guitarra colgaba por su hombro y además llevaba una mochila colgando del otro. Con una pequeña sonrisa ladina se detuvo frente a un puesto de flores ubicado en la calle, y compró las favoritas de su novio, siguiendo el camino que había estado haciendo en dirección al enorme recinto, sintiéndose un completo romántico. Al llegar, subió los pisos correspondientes, y soltó una bocanada de aire cuando estuvo fuera de la habitación, preparándose para cruzar la puerta de una vez.

Con suavidad, tocó la puerta y ésta se abrió de inmediato, dejando ver la figura de su suegro, luciendo bastante cansado.

—Buenos días Jim. —lo saludó dándole un pequeño abrazo.

—Igualmente John. —y le sonrió cortamente.

—Si quiere puede irse a descansar, yo me quedaré aquí con él. No ha salido del hospital en una semana. —James sacudió su propio cabello y luego pasó sus manos por su rostro, John tenía razón.

—Promete que me llamarás si ocurre algo. —el menor asintió, y palmeó su espalda.

—Usted descanse, yo me encargaré. —el adulto le brindó la más sincera sonrisa que pudo en ese momento, y se marchó tras despedirse del chico y su hijo.

Una semana había transcurrido desde la cirugía, y Paul aún no había despertado, a pesar de que las cosas habían salido excelentes como les dijeron los cirujanos presentes, el precioso muchacho de pestañas rizadas y ojos color hazel continuaba durmiendo, y eso no hacía más que preocupar a los presentes. John dejó las flores que había comprado en la pequeña jarra ubicada sobre una mesita al costado de donde el menor dormía, y también se encargó de cambiar el agua y las flores ya marchitas que antes estaban ahí.

—Buenos días Paulie. —saludó suavemente, besando con cuidado su frente.

Una vendaje cubría la zona de su cabeza, y esta vez los finos tubos estaban en su nariz enviando oxígeno a sus pulmones, las clásicas vías estaban en sus brazos también, y un par de parches con cables estaban adheridos a su blanco pecho. Paul no podía lucir más indefenso en ese momento, se veía débil, delgado y enfermizo, al castaño le dolía como nunca verlo en ese estado, sólo quería que despertara pronto. Según los profesionales, cuando los pacientes entraban en coma por demasiado tiempo, sus cuerpos se iban deteriorando cada vez más, dándole menos posibilidades de despertar con el pasar del tiempo, aquello era lo que todos más temían, y es que el adolescente no había dado indicios de que despertaría.

—Patrick dijo que debíamos darle tiempo a tu cuerpo para sanar —comenzó hablándole, usando un tono de voz suave.— pero ya no puedo aguantar esto, he oído a las enfermeras hablar pesimistas respecto a ti, son sólo unas idiotas.

Hizo una mueca con sus labios al saber que no obtendría una respuesta en ese momento, pero sabía que sería escuchado por su novio, sabía que lo escuchaba tal como lo había hecho la última vez.

—No he escrito canciones nuevas para ti, pero sé que ésta te gusta mucho, espero que la disfrutes Paulie. —con una sonrisa dejó otro pequeño beso en la frente del pálido muchacho que estaba dormido, y buscó su guitarra, la cual había dejado apoyada en la pared.

Su mano izquierda se encargó de ubicarse en las cuerdas adecuadas para formar un acorde, y utilizó sus dedos para realizar un bonito arpegio, comenzó a cantar la canción Can't Help Falling In Love de uno de los artistas favoritos de ambos, era una canción que su novio escuchaba con frecuencia, y le gustaba mucho cuando la cantaban juntos, sus voces sonaban armoniosas y muy agradables cuando se unían en un canto.

Falling in love with you... —al finalizar, quiso evitar llorar, pues había estado llorando todos los días porque su novio no despertaba, realmente quería que lo hiciera de una vez, le había hecho tantas promesas, que no podía aguantar para cumplirselas de una vez.

change ; mclennonDove le storie prendono vita. Scoprilo ora