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Betsy corrió por la carretera solo con una gabardina encima y con los cordones de los zapatos sueltos, se cambió el pantalón de piyama por un jogger y no quiso tomarse el tiempo de desayunar. Corrió hasta donde pudo y tomó el primer taxi que apareció en la calle al cual le pidió que la llevara de inmediato a la estación.

Cuando estuvo allá, tenía la esperanza de que Natán estuviera por ahí en algún sitio del metro. Caminó rápido para conseguir un boleto al pueblo que hasta ahora tenía un nombre desconocido. Sabía que estaba al oeste, dónde todavía hacia frío en primavera, pero no estaba segura. Aún así quería arriesgarse e ir de pueblo en pueblo si fuera posible hasta encontrar a Natán.

Subió a un tren con destino a Hamelín, según el mapa que veía en la pantalla le parecía un camino bastante corto. Pasaron algunos veinte minutos y Betsy comenzó a visualizar un paisaje conocido, que es probable que haya visto una vez, pero que no olvidaría nunca. Aunque fuera de noche aquella vez, pudo al menos observar algunos elementos desde la parada de buses. Se bajó del tren pasando en medio de los pasajeros que estaban por subir y entró a un ascensor para comenzar a buscar desde arriba. Natan podría estar en un solo lugar, pero no sabía cuál era ni cómo llegar, la única forma de encontrarlo sería buscarlo donde fuera posible.

Recorrió cada pasillo esperando ver a aquel chico delgado y de tez morena, con eso se confirmaría, tan solo eso bastaría, lo dejaría ir si él lo quería y lo dejaría volver si estaba dispuesto, pero antes lo cuestionaría de todas las maneras, le haría todas las preguntas, tal vez se echaría a sus brazos cuando lo tuviera de frente o tal vez le diría dos palabras y se volvería de regreso a casa. De todas maneras quería verlo, quería despedirse por que ella no había entendido lo sucedido en la noche después de la cena, no había entendido que él quería marcharse sin decir nada, o quizá iba a decirlo y ella no lo permitió por que estaba demasiado perdida en su cercanía.

Después de media hora Betsy comenzó a desesperarse, Natán no estaba por ninguna parte, ¿A dónde podría haber ido, y como llegaría hasta él? Buscó la salida como lo había hecho ya una vez, esperaba sentarse en la banca de la parada de autobuses y quedarse ahí hasta que apareciera en su rescate, lo había hecho antes, podría pasar otra vez.

Todo se resumía en posibilidades, pero ¿Qué pasaría si no lograba dar con él?, un nudo se atravesó en su garganta y un estorbo en el pecho la hizo sollozar. Trajo a memoria cada momento, el día que la había rescatado del frío en esa misma parada, y todos los días antes y después, se acordó de la noche que bailaba con él en la boda de su hermana, como olvidarlo con aquel traje negro, quería repetir aquel día si fuera posible. Pensó que tal vez tenía fotos de la boda en su teléfono, posiblemente en alguna encontrara a Natán y pudiera contemplarlo nuevamente.

Buscó en las imágenes de su teléfono y buscó sigilosamente por una dónde apareciera Natán. Después de examinar por un tiempo encontró una donde estaba saliendo de la iglesia, afortunadamente él estaba mirando hacia atrás y podía al menos distinguir su rostro.

Betsy pasó los dedos suavemente por la pantalla tratando de acariciar la imagen que observaba. Sintiendo que se le partía el corazón, recordando y trayendo a memoria todo aquello que lo caracterizaba. En medio de la melancolía y la nostalgia, de pronto se le ocurrió una idea, una muy ingenua tal vez, pero con esperanza de conseguir un resultado.

Caminó de nuevo por la estación preguntando en las boleterías, en los ascensores, en los pasillos y en donde fuera posible por el chico de la foto.
Alguna gente se quedaba mirando con el ceño fruncido como tratando de reconocer de quién se trataba mientras que otros solo daban un vistazo y seguían su camino.

Casi había decidido rendirse y se sentó a esperar el próximo tren a la ciudad para volver a casa. La gente se agolpó con la llegada de un tren y Betsy guardó el teléfono en el bolsillo para ver si salía Natán de entre la multitud. Pensó en la probabilidad de que estuviera en el lugar equivocado, si Natán no estaba aquella noche en su pueblo natal, si solo estaba de paso por ahí, si solo vendría a buscarla, no tenía muchas posibilidades de encontrarselo.

Finalmente una señora muy amistosa con un gorrito adornado de flores y un abrigo de lana se sentó a su lado.

—¿De dónde venía el tren?—preguntó la señora.

Betsy la miró un tanto confundida sin escuchar con atención la pregunta.

—¿Disculpe?.

—El tren que acaba de llegar, ¿De dónde venía?

—Ah—reaccionó por fin—no lo sé, lo siento.

La señora guardó silencio un momento antes de volver a preguntar.

—¿No eres de por aquí?

Betsy negó con la cabeza mirando fijamente hacia el frente.

—¿Y qué te trae por estos lados?—siguió la señora.

Betsy no quería responder, no quería hablar con nadie, mucho menos mencionar a Natán en esas circunstancias.

—¿Buscas o esperas a alguien?—volvió a preguntar.

—No...—suspiró Betsy—no lo sé.

—¿No sabes dónde está?

Betsy volvió a mirar a la señora y asintió con la cabeza.

—¿Sabes?, A veces buscamos en otro lugar lo que tenemos tan cerca, no te preocupes, lo vas a encontrar.

—Gracias—sonrió Betsy por fin.

—¿Era tu novio?

—Sí—afirmó Betsy—sí, lo era.

La señora hizo una expresión de pésame y le puso la mano en el hombro a Betsy.

—Lo siento.

Betsy sacó el teléfono del bolsillo para ver la hora y por accidente abrió la imagen que había estado mostrando a la gente. La miró fijamente tratando de contener las lágrimas y le hizo zoom para ver mejor su rostro.

—¿Es él?—preguntó la señora.

—Sí—respondió ella con la voz apagada.

La señora se acercó al teléfono, lo miró detenidamente y luego a Betsy.

—¿Es Nate?—exclamó.

Betsy volvió a mirarla pasmada después de escucharla decir el nombre.

—¿Nate?—preguntó Betsy después de tragar grueso.

—Sí, se parece a él, es el hijo de Lidia. El vivía aquí con sus abuelos...

—¿Lo conoce?

—Claro, él iba a la iglesia con sus abuelos, pero ellos murieron y luego él desapareció del pueblo hace algunos meses. No sabía que tenía novia, siempre era muy hermético y introvertido. No lo puedo creer.

Betsy estaba a punto de gritar de la emoción, pero trató de mantener la compostura y asegurarse que la señora la guiara hasta Natán.

Solo BetsyWhere stories live. Discover now