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Andrea tocó la puerta hasta que Betsy quiso abrir. Y solo lo hizo para no ser maleducada y para que sus padres no se entrometieran.

—Alguien está aquí para verte—dijo Andrea amable frente a ella.

Betsy pasó a un lado sin hablarle y bajó las escaleras sin prisa. Observó todo alrededor para ver de quién se trataba pero no pudo darse cuenta hasta que estuvo abajo.

—Betsy...—dijo Matías y se levantó de dónde estaba sentado.

Betsy lo miró sagaz y quiso darse la vuelta para volver a su cuarto. Le sorprendía verlo ahí, pero no estaba para juegos ni tenía ánimos de seguirlos.

—Betsy necesito hablarte, por favor.

Ella se sentó de frente sin mirarlo haciendo énfasis a que podía decir lo que quisiera. Estaba enfadada con él, con Andrea y consigo misma por caer tan bajo.

—¿Puede ser en privado?—dijo y le mostró la puerta.

Betsy volvió a mirar y notó que Andrea estaba cerca, lo cuál daba razón para retirarse del lugar.
Ambos salieron al patio, Betsy primero y él detrás.

—Lo siento mucho—habló Matías cuando estuvieron afuera—lo que hice fue muy tonto.

—Estoy de acuerdo—respondió ella muy seria.

—No quiero que pienses lo peor de mí, fue un momento de...

—Estabas borracho—teminó la frase.

—Lo sé, solo que, no sé que pasó Betsy. Solo sé que no estuvo bien. Quiero que me disculpes, dije cosas sin sentido.

—Dijiste lo que sentías.

—No, estoy arrepentido. No debí decir nada de eso. No quiero perderte Betsy.

Betsy apartó la cara y quiso uir en ese momento.

—Nunca pierdes lo que no tuviste—replicó.

Matías la miró con un gesto de decepción, se puso una mano en la cabeza y dio media vuelta para dirigirse al auto.

—Estoy bien—lo miró Betsy—solo no creo que podamos vernos otra vez.

—Bien—dijo y entró al auto sin hacer ni decir nada más.

Betsy se quedó ahí hasta que arrancó el auto y se alejó. Cruzó los brazos y caminó hacia la casa. Mientras lo hacía sentía que todavía alguien la observaba, miró hacia la casa vecina dónde estaba Natán tomando el té. Sentió un poco de vergüenza y apartó la vista rápidamente, este también lo hizo al mismo tiempo fingiendo no prestar atención.

Cuando entró a la casa, Andrea estaba esperando en la sala. Betsy subió las escaleras sin darle importancia hasta que vio que la siguía.

—Escúchame—dijo detrás.

Betsy abrió la puerta de la habitación y quiso cerrarla de inmediato, pero Andrea la detuvo y se paró de frente.

—Betsy por favor, dime qué pasó. Confía en mí una vez.

—No puedo confiar en alguien tan falso como tú.

—Ni siquiera sé lo que hice mal, si me lo dices tal vez te de la razón.

—No tienes derecho a saber nada de mí, déjame sola.

Andrea entró a la habitación y cerró la puerta tras ella. Quería la verdad a cualquier precio y la quería en ese momento.

—Solo dime y luego te dejare en paz. ¡Por favor!

Betsy aceptó de mal gusto y comenzó a contarle de principio a fin lo que había pasado con Matías. Le dijo que se perdieron camino a las montañas y que terminaron en el pueblo de Matías con sus viejos amigos. Contó como la había tratado no solo a ella sino a Andrea también y que no había querido traerla de regreso. No omitió ninguna cosa y también le dijo todo acerca de la reciente visita.

—Siento mucho todo eso—dijo Andrea—lamento haberlo dejado entrar hoy.

—Está bien. Ya no volverá.

—¿Lo querías?—preguntó Andrea todavía anonadada por la revelación.

—No lo sé.

No pudo evitar hablarle de Natán y su maravilloso rescate, la forma como se comportó y todo lo que había hecho por ella. Andrea comenzaba a sentirse culpable, no solo por ser intermediaria entre Betsy y Matías sino también por Natán, por la manera como lo había juzgado sin razón. Si le debía una disculpa a Betsy, Natán merecía una mayor y aparte un agradecimiento por traer a su hermana de vuelta a casa sana y salva.

Natán volvió adentro llevando la taza de té a medias. No podía sacar a la dulce chica de su mente, pero no sabía qué se había hecho, acababa de ver a otra mujer diferente y no a la Betsy que lo había envuelto con su comportamiento emocional y alegre. No era ella y no quería a nadie más que aquella tierna chica. Aunque estaba seguro que no era para él, ni siquiera tenía una posibilidad y recién lo había comprobado una vez más. Pero le hacía falta ver su sonrisa, aunque fuera de lejos, aún si no era para él.

El timbre sonó como una extraña alarma que bloqueó sus recuerdos y lo volvió al presente. Nunca había escuchado el timbre de la casa, ya que nunca había llegado alguien. Esperó un momento para asegurarse de que realmente se trataba de lo que pensaba, hasta que volvió a sonar.

Caminó despacio todavía duduso y abrió la puerta inseguro.
Lo que vio fue mucho más extraño que sonidos de puertas o timbres, del otro lado estaba la persona que jamás se hubiese imaginado llegar y que ni en un pensamiento lejano lo hubiese asimilado.

—Hola—dijo Andrea con una sonrisa simpática.—¿Puedo pasar?

—Adelante.

Entró observando el entorno, teniendo recuerdos agridulces grabados como una cicatriz, de la casa y de las personas, de cada rincón como si no hubiese pasado el tiempo.
Natán la invitó a sentarse, pensando al principio que Betsy o la familia también vendrían, quizá se trataba de algo especial que querían compartir con él, pero más tarde se dio cuenta que era solamente Andrea y que estaba ahí para hablar con él.

Solo Betsyحيث تعيش القصص. اكتشف الآن