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Betsy se quitó los zapatos y las medias para el frío que usaba esa noche. Su mente no lograba resolver los imnumerables acertijos y sentimientos que la envolvían. Oró un momento sentada en la cama y después se levantó a dar vueltas por la habitación. No lograba comprender qué lo que sucedía en su interior, estaba inquieta y no podía sentir paz, ¿Era Natán, Andrea o Matías? O simplemente era ella misma redundando en sus pensamientos.

No podía olvidar los ojos de Natán que la miraban fijamente desde el otro lado de la calle, no podía olvidar su rostro en la ventana después de lo que había dicho su hermana. Tenía mucho que explicar y a la vez no encontraba una razón para hacerlo. Tres golpes en la puerta la devolvieron al tiempo y al espacio, suspiró muy hondo y fue rápidamente a abrir.

—¿Es increíble no?—dijo Andrea desde el pasillo en frente de la puerta.

—¿Qué cosa?—preguntó Betsy acumulando la intriga.

—Matías...

—¿Matías?

Andrea entró confiadamente a la habitación y se sentó en la cama cruzando las piernas.

—El otro día diste muchas razones para evitar el amor a primera vista, a menos que Dios lo permita, claro. ¿Puedes creerlo?

—¿A qué te refieres?, Tú ya tienes novio.

—Lo sé. Pero... Por si no te diste cuenta este chico cumple con todas tus razones.

—Andrea, no empieces.—se disgustó Betsy.

—Es Cristiano, es buen cristiano...

—¿Cómo estás tan segura?

—Betsy... es evidente. Solo falta saber si tienen cosas en común y eso ya está resuelto.

—¿Ya está resuelto?, ¿A qué te refieres?

—¡Matías tiene tu número de teléfono!—exclamó Andrea levantándose de la cama.

—¿Qué?—Betsy frunció el ceño muy confundida.—¿Cómo es que...?

—No preguntes, sólo gózalo.

—Pero él y yo... él no me pidió mi número, ¿Cómo es que lo tiene?

—Seguramente encontró una manera de obtenerlo.

—Pero no lo pidió, ni siquiera encajamos...

El teléfono comenzó a sonar y a vibrar sobre el escritorio, Betsy corrió a mirar rápidamente. Un número desconocido llamaba, pero por la conversación con Andrea al instante se dio cuenta de quién se trataba.

—¿Por qué no lo averiguas?

—Andrea, no.

Su hermana salió de la habitación escabullida y cerró la puerta antes de que Betsy continuara protestando.

Betsy tomó el teléfono entre las manos y esperó impaciente a que la llamada fuera cancelada. En lugar de eso entraron otras dos más. No sabía que hacer, parecía decidido a tener una respuesta y ella estaba cansada de ver tanta insistencia. Finalmente aceptó la llamada pero no dijo nada.

—Hola—se escuchó del otro lado.
Betsy siguió callada guardando toda la rabia.

—Hola Betsy, soy Matías, te preguntarás porque estoy llamando, y además a esta hora. Es importante, al menos para mí y quiero preguntarte antes de que llegue a su fin la noche. ¿Quisieras salir mañana por un café?, no estoy seguro de que te guste el café, puedes escoger té si quieres, no hay problema , sólo respondeme una vez, tal vez no te arrepientas. Me gustaría saber ahora, si no estás segura, está bien, pero...

—Está bien.—contestó Betsy calmada.

—¿En serio?, es genial, estaré por ti a las siete.

—No, a las siete no—dijo pensando en sus padres.

—¿Por qué?

—Prefiero que sea de día, es mejor de día.

—Ok, ¿a las cuatro?

Betsy pensó un momento y se hizo un extraño silencio.

—A las cuatro, pero entonces solo tengo una hora.

—Una hora es suficiente.

—Bien.

—Bien.—concluyó Matías antes de cortar.

Betsy sentía una rara sensación, no tenía que hacerlo por su hermana, no tenía que aceptar, era una estupidez. Sentía una extraña culpa, pero de inmediato se conformó pensando en su hermana, y en qué ella podría tener razón. 

Oró antes de dormir, pidiendo por su familia, y también por su vecino quien no había sacado de su mente. Pidió por su salud para que él resfriado no volviera a molestarlo, para que confiara sólo en Dios y para que la perdonara ante la disculpa que guardaba para él y que pronto esperaba dársela.

Del otro lado, Natán estaba de rodillas sin decir una palabra, sentía a Dios a su alrededor mientas escuchaba el sonido del viento afuera, sólo tenía una petición y era no sentir aquello que parecía asomarse a la puerta de sus emociones. No lo dijo con palabras pero lo deseaba ardiente, que no volviera a encontrar placer en mirarla, en escucharla ni en verla sonreír, aunque lo último sería más difícil, ya que ella era alegría viva, pero estaba dispuesto a alejarse y rechazar toda idea relacionada con ella.  Había mejores hombres buscando su interés y ella estaba mejor a ese nivel. Aunque de pronto sentía, que había tomado lo que vio a la ligera, quizá no era real lo que imaginó, pero la realidad si estaba ante él y era él mismo, quien nunca se mediría a la altura de Betsy.

Andrea alzó la vista hacia las escaleras. Se deslumbró con la imagen radiante de su hermana vistiendo un atuendo azúl. Betsy le sonrió mientras bajaba los escalones paso a paso. Su madre también se encontraba en la sala, pero no la vio hasta que estuvo abajo y no pudo evitar su asombro.

—¡Estás bonita!—exclamó emocionada.

—Mamá, ella es bonita.—replicó Andrea.

—Lo sé pero este es un buen momento para recordárselo.

—De seguro el chico lo hará—mencionó pícara.

—Por cierto, ¿quién es?, ¿es alguien de la iglesia?

—No—respondió Betsy.

—No, pero eso no es importante.—siguió Andrea—Es un gran amigo de Erick y es cristiano.

—¿En serio?—se acercó la madre a Betsy y le dió un beso en la mejilla—qué bueno.

—Lo es, y ya está por venir. Ven mamá ayúdame.

Andrea se acercó a la mesa de centro y comenzó a sacar muchos sobres de una caja. La señora se sentó y tomó un papel con una lista. Betsy miró curiosa y se dio cuenta de que estaban a punto de hacer algo interesante.

—¿Qué es eso?—señaló los sobres.

—Son las invitaciones de la boda—respondió Andrea.

—¿Invitaciones?—se emocionó— ¿Puedo ayudarles?

—No, no puedes, tienes una cita, eso debería ser más importante.

—Primero, no es una cita, y segundo, tú y tu boda son importantes para mí.

—Betsy, ve afuera y espera a tu chico, déjame mis asuntos.

Betsy no quiso discutir y obedeció con gran pesar de no poder colaborar con las invitaciones.

Solo BetsyWhere stories live. Discover now