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La señora aceptó llevarla a la casa de los abuelos de Natán, tenía el auto afuera y Betsy se ofreció a conducir. La señora estaba emocionada de conocer a la novia de Natán, aunque no tanto como Betsy por el hecho de encontrar a la señora.

-¿Dices que desapareció hoy?-interrogaba la señora-¿Y apenas ayer te dijo que te amaba?

-No lo dijo exactamente-respondió Betsy mirando hacia el frente-pero no significa que no lo sienta.

-Si el realmente te ama deberías considerarte la mujer más afortunada de este mundo.

Betsy mostró una sonrisa que se apagó rápidamente al pensar en lo que decía la señora y al mismo tiempo en la desaparición de Natán.

-Es un gran chico-continuó la mujer-nunca lo ví hacer nada malo, y sus abuelos estaban muy orgullosos de él. Mi hijo fue a la universidad con él y siempre decía cosas buenas, tenía las mejores notas y siempre era muy responsable. Y ahora estoy segura de que es un buen hombre.

-Lo sé...-dijo Betsy tratando de convencerse.

-Si se fue debió tener una razón, lo que no entiendo es el por qué ocultarlo de ti.

-Es lo que quiero saber.

-Su madre lo abandonó de pequeño, y su padre nunca se presentó, aún así él no siguió un mal camino, creeme, seguramente tendra una buena explicación.

-¿Cómo dijo?-se sorprendió Betsy, precisamente al escuchar que había sido abandonado.

-Que él te explicará.

-No, ¿Dice que su madre lo abandonó?

-Así es, su madre lo dejó con sus abuelos cuando tenía dos años y se fue a vivir muy lejos, después se casó e hizo otra familia, es lo que me dijo su abuela y es lo que todo el mundo sabía.

-¿De verdad?-dijo Betsy sin poder creer lo que escuchaba.

-Sí.

-¿Qué hay de su padre?-siguió con mucho interés.

-Nadie lo conoce, pero todos saben la historia. Era un político del norte, casado y con cinco hijos más, ni siquiera debe saber que tiene otro hijo.

Betsy comenzaba a entender, por qué Natán había llegado al pueblo, por qué la había rechazado, aunque todavía no tuviera claro su desaparición.

-Disculpe-replicó-¿Cómo es que dice que todos?, ¿Quienes son todos?

-Ah, los niños de la escuela siempre lo decían, "Nate no tiene madre, lo dejó por que no lo quería, y tampoco tiene padre porque es muy pobre", siempre lo molestaron con eso.

-¿Y él que hacía?-dijo Betsy conteniendo las lágrimas.

-Solo se alejaba, siempre fue aparte, no tenía muchos amigos, aún así todos los queríamos.

La señora le señaló detenerse en una casa con un jardín colorido y algunos árboles de manzano que rodeaban la calle. Betsy bajó del auto observando alrededor y después mirando con atención la casa, parecía bastante vieja y despintada, aunque tenía un estilo clásico que la volvía elegante.

-Es aquí-dijo la señora.-pero dudo que esté, se ve cerrada y vacía.

Betsy caminó lentamente hacia la casa por una acera de cerámica oscura que daba a la puerta. Tocó un rótulo con un título de "se vende", las letras se veían nuevas y la pintura reciente.
Se detuvo justo ahí y observó la casa sin dejar de pensar en todo lo que acababa de escuchar sobre Natán, y ahora no podía hacer nada más que amarlo. Decidió ahí, dejar de perseguirlo, de buscarlo y de luchar por él. Miró la puerta y se detuvo de tocar, dio la vuelta y volvió hasta donde estaba la señora.

-No está-suspiró.

-Lo siento-exclamó la señora.

-Está bien.

La señora la llevó a la estación y se despidió de ella con un abrazo. Betsy volvió en tren a la ciudad y luego tomó un taxi que la llevara a la casa.
Se sentó en la parte de atrás y comenzó a llorar desesperada, no quería perderlo, no estaba dispuesta a hacerlo. Miró la foto en el teléfono nuevamente, todo él era una imagen asombrosa desde adentro hacia afuera, estaba lleno de luz, de paz y tranquilidad. Betsy miró el corbatín en su cuello y se acordó del puente que habían construido añadiendo las medias. Esas conversaciones en la ventana que terminaban siendo la misma al día siguiente, pero que significaban mucho más que un pasatiempo. Ahí se acordó, "la calle Oeste, hay bienes raíces".

-¡Deténgase!-gritó.

El conductor frenó haciendo suspenderla hacia adelante. Betsy se limpió las lágrimas y pensó en un último intento.

-Por favor, vaya a la calle Oeste, dónde hay bienes raíces. Lo más rápido posible.

El taxi avanzó en medio del tráfico tratando de seguir las instrucciones de Betsy y al salir de la calle principal se desplazó con más rapidez. Entraron a un barrio con casas en venta y luego llegaron a lotes baldíos. Betsy no sabía ni dónde estaba, pero decidió seguir su instinto, le pidió al conductor volver dónde estaban las casas.

Se bajó a la entrada de un callejón y caminó a paso lijero sin detenerse.
Estaba perdiendo la esperanza nuevamente, las lágrimas volvieron a fluirle y se limpiaba las mejillas cada vez que pasaba. Llegando al final del callejón estaba decidida a volver, miraba hacia atrás y alrededor pensando que tal vez se había perdido. Por fin, miró una casa parecida a la del pueblo, con un jardín grande y árboles alrededor, cerca y parqueado en la calle estaba un auto azul, uno que conocía muy bien, se había subido dos veces, una después de comer lentejas y la otra después de llorar en una parada de autobuses.

Solo BetsyWhere stories live. Discover now