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Ese día amaneció tan nublado que no se podía ver al otro lado de la calle, la temperatura había disminuido a cinco grados después de estar entre diez y diesiceis. El hielo aparecía en las ventanas, en los aleros de los techos y los árboles se veían escarchados.

Betsy se despertó con el sumbido extraño que resonaba cerca de su almohada. Buscó con la mano teniendo todavía los ojos cerrados. Cuando sintió cerca la vibración de su teléfono, se dio cuenta de que el día esperado había llegado. Habían acordado con Carolina, la hermana mayor, ir a la ciudad y hacer las compras para la boda de Andrea.

Betsy miró su teléfono quién anunciaba el día y la hora que había guardado en el calendario.
No era el día adecuado para salir de casa, mucho menos de compras, pero por nada del mundo permitiría que los planes fueran cancelados.

Betsy no mantenía una relación tan cercana con Carolina como lo era con Andrea, pero le gustaba pasar tiempo con ella de vez en cuando.
Cuando llegaron al centro comercial Betsy no cabía de la emoción, y más aún cuando estuvieron en la sección de vestidos de novia. Ella quería que Andrea se probara todos los que veía sin importar el tamaño o el diseño, ni aunque estuviera segura que el vestido no iba a quedarle.

Andrea prefería ir despacio para analizar los costos y que así le alcanzara para lo demás. Carolina trataba de guiarla como hermana mayor que sobraba de experiencia.
Cuando Andrea por fin se decidió por uno de los imnumerables vestidos, las otras dos hermanas se sentaron afuera de los vestidores. Betsy tenía las piernas cruzadas con las emociones al borde, moviendo un pie de un lado para otro. Mientras Carolina la miraba curiosa manteniendo una sonrisa simpática.

Andrea salió después de una larga espera, arrastrando el vestido y tratando de acomodarselo en la línea de la cintura.

-Es grande-dijo Carolina.

-¡Es perfecto!-exclamó Betsy.

-No, no lo es. Le queda grande.

-Se ve bien-discutió.

-No es una fiesta de disfraces Betsy, es su boda. Puede probarse otro.

Andrea regresó al vestidor con tres vestidos más dejando afuera una gran intriga.
Betsy se sentó esta vez con los codos sobre las piernas y con las manos en las mejillas. Y su hermana se recostó mirando el piso como intentando buscar un pasatiempo.

-Andrea me contó que estás conociendo a alguien.-habló Carolina para romper el hielo.

Betsy volvió a mirarla con un desaire sin ganas de responder o tocar el tema.

-Sí, es verdad.-dijo muy seria.

-¿Quién es el chico?, ¿Lo conozco?

-No, no lo creo. Es amigo de Erick y es nuevo en el pueblo.

-¿Segura?-insistió Carolina.

-Sí, estoy segura, quizá hayas escuchado de él, pero nunca lo has visto.

-¿Qué hay del chico del otro día?

Betsy pensó un momento, sin entender al principio de quién hablaba.

-¿Natán?, es nuestro vecino.

- Realmente pensé que era él.

Betsy se estremeció al recordar a Natán, su rostro y las circunstancias que los envolvían.

-Estas igual que Andrea-intervino- no inventes.

-No invento, hablo por lo que ví y que estoy segura que Andrea no vio, de otra forma hubiera sido peor la situación del otro día.

-¿De qué hablas?-se extrañó.

-Estaban muy cerca en el auto.

-Ah, eso. El cinturón se había atascado y él me ayudó a quitarlo, sólo fue eso.

-¿Y qué tal es tu chico?.-Continuó Carolina con su interés previo.

Betsy pensó un momento, buscando las palabras correctas y las cualidades que hasta entonces no se había detenido a analizar.

-Bien-se aclaró la garganta- es atractivo, inteligente y siempre está elogiandome.

-Qué bueno. Pero te diré que lo más importante no es que te diga cuán especial eres sino que te haga sentir así.

El sonido de la puerta del vestidor se interpuso en la conversación y ambas volvieron a mirar. Esta vez lo que a Betsy le parecía perfecto cambió a asombro y supremo. Se levantó de la silla con los ojos aguados y abrazó a Andrea muy fuerte.

-Creo que no tengo que decir nada-dijo casi sollozando.

-Y yo te daré la razón Betsy-replicó Carolina uniéndose al abrazo.

Andrea había elegido un vestido con mangas de encajes y una cola larga como siempre había querido y estaba segura de que a Erick le gustaría también. El resto del día lo usaron para buscar el ramo, el velo y algunos accesorios. Betsy y Carolina compraron vestidos para la ocasión, el de Betsy era rojo con escote en la espalda y adornos en la cintura, un tanto sencillo para no opacar a la novia.

Por la tarde el clima había cambiado radicalmente. El sol apareció refulgente, todo el hielo y la neblina se habían esfumado. La temperatura ascendía los diez grados con una sensación térmica calurosa.

Natán salió a la terraza para sentarse a tomar el té, después de haber recibido una llamada de un comprador para la casa. Se sentía satisfecho y a la vez nostálgico. Esa casa significaba todo para él, pero sabía que necesitaba alejarse de ese lugar que tanto amaba y que albergaba miles de recuerdos.

No había pensado todavía dónde compraría una nueva casa y creía que no debía ser tan apresurado, aún así estaba dispuesto a vender e iría el fin de semana para reunirse con el cliente.

Tomó un sorbo de té mirando la silueta opaca de las montañas nevadas, que apenas lograban divisarse a la distancia. Tuvo lo oportunidad de ir una vez con sus abuelos, aunque lo que más recordaba era el largo viaje en tren y el frío terrible que lo hacía tiritar. También se acordaba de los trineos que se deslizaban en la nieve, cuando se había subido con sus abuelos y gritaba de miedo bajando una cima. Eran recuerdos felices que al momento no parecían tan especiales pero que ahora no quería desahacerce de ellos.
Tomó otro trago de té y divisó la casa vecina. Ya no parecía tan interesante, se había acostumbrado a ver de lejos, siempre y todo el tiempo prefería ver de lejos.

Solo BetsyWhere stories live. Discover now