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Se hizo un silencio incómodo durante algunos segundos. Natán no sabía que pensar y Andrea sin nada qué decir. Más tarde sacó un sobre de su cartera y lo extendió hacia él.

—Tengo algo para ti—dijo nerviosa.

Natán tomó el sobre y lo miró por encima. Era una invitación de matrimonio, lo sabía por la decoración que tenía y que viniendo de Andrea nada más podría ser.

—Es la invitación a mi boda—dijo después—espero que vengas, significará mucho para mí y para mí familia.

Natán se preguntaba a qué venía tanta amabilidad, ¿acaso Andrea y Betsy estaban jugando a intercambiar personalidades?. La miró curioso y asintió confundido.

—Iré, seguro.

—Quiero que lo prometas.

—¿Qué?

—Sí, por favor. Será importante.

—Bueno...

—Gracias—declaró y se puso de pie—gracias por traer a mi hermana de regreso la otra noche, estuviste de milagro y la salvaste.

—Yo solo... hice lo que cualquiera hubiera hecho.

—Cualquiera también pudo haberla abandonado.

Natán sentía que todas sus dudas se esfumaban de repente. El comportamiento de Andrea ahora resulta creíble, y el de Betsy aunque no estaba seguro, podría al menos comprender.
Andrea se alejó por la puerta y volvió a mirar como símbolo de despedida.

—Ahí estaré, lo prometo—le dijo Natán en voz alta.

No esperaba ningún resultado de lo que estaba viendo últimamente. ¿Por qué Andrea querría que él estuviera en su boda? Además, ¿Qué tenía que ver eso con Betsy y el rescate de la noche pasada?, De todas formas estaba dispuesto a cumplir su promesa, sea cuál fuere el motivo o la razón.

No quería gastar el dinero que tenía en ropa nueva, ni comprar un traje caro para usar en la boda, entonces buscó en lo que ya tenía. Encontró el traje de graduación pero ya le quedaba un poco chico y además si fue comprado por su abuela estaría pasado de moda. Luego de rebuscar miró un traje negro que había usado en el funeral de su abuela, este había sido comprado por él mismo, pero no estaba seguro si quería ir tan elegante, de cualquier manera no tenía mucha elección, así que se decidió por ese.

Betsy miró el vestido rojo que había comprado para el día especial, era tal vez demasiado llamativo pero ya no había tiempo para buscar otro. En pocos días sería la boda, Betsy no podía asimilar que su hermana tenía que irse y vivir en su propia casa. Tantos momentos juntas desde niñas, tantas historias y algunas de las que Andrea ya no podría ser parte. Otras que su hermana viviría solamente con su esposo y dónde Betsy no estaría. Traía nostalgia esos días y a la vez una felicidad plena. La hermana mayor y menor llevaron a Andrea al spa y al salón tres días antes , y el día previo fueron a la peluquería.

Cuando el día de la boda llegó, todos se levantaron temprano. Esa mañana Betsy corrió al cuarto de su hermana como lo había hecho todas las noches desde niña. Esta ya estaba despierta y se peinada en frente del espejo. Betsy la abrazó fuerte por detrás y le dio un beso en el cabello. Andrea sonrió en el espejo y tomó las manos que la abrazaban.

—¿Cómo te sientes?—exclamó Betsy sin contener la emoción.

—No lo sé. No puedo describirlo ahora.

—Espero que sea feliz, no quiero que te arrepientas justo ahora y dejes al pobre Erick plantado.

Ambas se rieron del comentario. Andrea se levantó y miró a Betsy de frente. No pudo contener las lágrimas y le tomó la cara entre las manos con ternura.

—Estoy muy feliz, parece un sueño que solo Dios pudo concederlo.

Betsy limpió las lágrimas de los ojos de su hermana y asintió sonriente.

—Betsy, espero que encuentres lo mismo. Yo ya no estaré aquí, pero ojalá aparezca alguien con quién tengas tanta confianza como conmigo, que te quiera tanto como yo, que sea tu complice y tu mejor amigo, que no te abandone, que te proteja y te cuide como papá y te de cariño cómo mamá.

—¿Crees que exista?—se burló Betsy.

—Si no existe, tendrás que ser solterona toda tu vida, pero no esperes menos, por favor.

Betsy comenzaba a sentirse sentimental, sentía que las palabras de su hermana eran tan honestas y sinceras que llegaban al alma, salidas del corazón como lo más precioso.

Por la tarde, el sol irradiaba por las ventanas luciendo un atardecer perfecto. Casi no había neblina y la temperatura se mantenía cálida haciendo transición a la primavera.
Algunos árboles tenían flores y hojas verdes, otros todavía lucían secos y con las ramas visibles.

Andrea hizo su entrada por las puertas de la iglesia de la mano de su padre, mientras los invitados esperaban ansiosos de pie a un lado y a otro. Comenzaron a aplaudir cuando ella se asomaba por la puerta, como un glorioso momento.
Erick permanecía cerca del altar con las manos hacia atrás, intentando respirar despacio y manteniendo la calma. No pudo contener las lágrimas cuando vio a Andrea caminando hacia él vestida de blanco y cubierta con un velo transparente. Ella le sonrió cuando cruzaron miradas haciendo más emotivo el momento.
Al estar frente a frente, el padre de Andrea tomó la mano de Erick y puso la de su hija sobre esta.

Natán entró desapercibido y se sentó en la fila de atrás, no le importaba si lo veían o no, el objetivo era cumplir la promesa y luego de la ceremonia se iría de inmediato. No tenía nada que hacer ahí, no era un invitado común y probablemente la única razón de estar ahí era Betsy.

Solo BetsyWhere stories live. Discover now