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Betsy levantó su teléfono en respuesta al sonido de una notificación. Inevitablemente se le dibujó una sonrisa al descubrir el nombre de Natán en la pantalla y más aún al leer su mensaje.

Mi único deseo para este día es poder verte.

Betsy respondió de inmediato.

—También quiero verte. Te hecho de menos.

Déjame llevarte a algún lugar.

—Iría contigo donde sea.

¿Está bien a las 4:00 pm?

—Ok.

Ok.

Betsy rebuscó en el armario. Sacó todos lo vestidos y los tiró sobre la cama. Comenzó a probarlos uno a uno apreciando su reflejo en el espejo cada vez. No lograba sentirse segura de ningún manera y después de muchos intentos se decidió por un vestido azulado, era un tanto corto y tendría que usar medias. Escogió una gabardina negra y zapatos bajos. Bajó las escaleras corriendo casi sintiendo que volaba. Su madre estaba en la sala aspirando el piso cuando escuchó el escándalo de sus pasos. Apagó la aspiradora y se quedó observando a Betsy mientras caminaba hacia la puerta.

—¿Dónde vas tan elegante?—la interrumpió antes de que abriera.

—Ah, tendré una cita con Natán.

—¿Qué?

En ese instante su padre salía de la cocina llevándose un emparedado a la boca, se quedó boquiabierto sin lograr su objetivo y estupefacto con la miraba inestable entre Betsy y su esposa.

—¿Natán?, ¿el vecino?—preguntó.

—No, él ya no es el vecino, es mi novio.

Betsy abrió la puerta y salió a la terraza antes de que pudieran responder. Ambos padres se miraban el uno al otro sorprendidos, sabiendo lo que los dos pensaban al respecto y que era la mejor noticia que podrían escuchar.

Natán comenzó a buscar entre el armario. En toda su vida nunca había tenido problema con escoger la ropa, pero está vez por algún motivo inexplicable todos sus atuendos le parecían aburridos. ¿Qué pensaría Betsy?, Había usado las camisas de rayas desde siempre y nunca quiso cambiar su apariencia, aunque sabía que estaba pasado de moda, que se veía monótono con camisas de abuelo y los abrigos largos. Prefería la comodidad ante todo. Al final decidió escoger lo que estaba a su alcance.

Brandon y Fernanda siguieron su camino en silencio. Fue ella la que comenzó a hablar con ciertas dudas todavía acerca de Natán.

—¿Por qué razón quiso matarte?

Brandon siguió sereno con las manos en el volante.

—Habrá que preguntarle, es todo un misterio.

—Osea que... Se lanzó sobre ti porque simplemente le dieron ganas.

—No. Es que no tenía solo una razón, él tenía muchas. No sé por cuál de todas quiso matarme.

Fernanda titubeó en su mente con más preguntas todavía.

—Natán es el hijo bastardo de mi padre—siguió Brandon—mi madre lo llevó a casa un día, lo raptó de la escuela con la intención de comprobar si su esposo había sido infiel. Mi padre se molestó mucho con ella, no sé exactamente qué discutían, pero con seguridad los escuché pelear. Natán se mantuvo callado todo ese día y también los próximos que mi madre le permitió quedarse.

—¿Tú sabías quién era?

—No. Ninguno sabía. Ni mi madre ni yo, ni mi padre. Él se comportaba tranquilo todo el tiempo, hasta que supimos que sus abuelos lo estaban buscando. Mi padre se dio cuenta que era su hijo, yo me di cuenta que era mi hermano y mi madre también supo que había sido traicionada.

—¿Qué hicieron con él?

—Mi madre lo dejó estar en la casa, lo trataba con indiferencia aunque nunca le negó la comida ni el techo, esperaba que al menos mi padre asumiera su responsabilidad.

—¿Por qué?, ¿Él no quiso que se quedara?

—No, de ninguna manera. Inmediatamente lo llevó a un orfanato a escondidas de mi madre negando que era su hijo. Ella lo buscó y lo trajo de vuelta a casa.

—¿Y que pensabas tú?

—Yo intentaba acercarme, sólo lo veía como un niño inocente, aunque casi teníamos la misma edad. Al principio él me rechazaba encerrándose en algún lugar, luego comenzó a agredirme.

—¿Igual insististe?

—Solo dos veces, hasta que mi padre se dio cuenta. Lo agarró a golpes hasta dejarlo inconsciente en el piso. Mi madre lo recogió y lo llevó al hospital, después lo devolvió a sus abuelos.

—¿Cómo es que intentó matarte muchas veces?

—Después. Nos volvimos a encontrar en la universidad.

Brandon se parqueó donde Fernanda le había señalado, en una casa con jardín grande y un carro azul aparcado afuera. Él volvió a mirarla antes de salir para confirmar si estaba segura.

Natán caminó hacia la puerta dispuesto a salir antes de que se hiciera más tarde. Betsy ya estaría lista y no quería hacerla esperar demasiado. Brandon presionó el timbre del portón. Natán no se percató al primer intento, fue hasta que abrió la puerta que pudo darse cuenta que alguien estaba afuera.
Se acercó sospechosamente hasta el portón con intenciones de descubrir de quién se trataba. Brandon lo reconoció apenas lo vio, esperó a que él también lo hiciera pero no fue así.

—¿Puedo ayudarle?—dijo Natán del otro lado.

—Estoy buscando a Natán.

—Soy yo.

Fernanda miraba curiosa desde el auto, con la ventana cerrada para que Natán no llegara a enterarse.

—¿Lo conozco?—volvió a preguntar Natán encontrando familiaridad en la voz de aquel hombre.

—Tengo un asunto importante que discutir contigo.

—¿Qué asunto?

—Su padre.

Natán dio un paso atrás con los nervios de punta. Sentía que el pasado lo aplastada como una avalancha que al mismo tiempo lo arrastraría a su paso.

—¿No me invitas a pasar?

Natán abrió el portón con las manos temblorosas, con un nudo en la garganta y un recuerdo ambiguo que empezaba a esclarecerse de repente.

—Solo tengo un momento—dijo caminando hacia la casa—espero que lo que tenga que decir sea realmente importante.

—Claro que lo es, hermano.

Solo BetsyWhere stories live. Discover now