🥀 Capitulo 60 🥀

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Austin:

Era algo dificil, sumamente dificil.

Tener que despertar todos los dias con pocas energias en mi cuerpo y casi nada de entusiasmo en mi interior.

Siempre era lo mismo.

Por mas que mi buen amigo intentaba frecuentemente animarme con una gran sonrisa en su rostro acompañado de su habitual "Buenos dias", ni su entusiasma ni alegria se me podian contagiar a un que fuera un poco.

El estaba todo el tiempo lleno de carisma y actitudes positivas, inclusive despues de llegar a casa luego de una larga jornada de trabajo.

Mientras que yo me dedicaba a esperarlo en casa, hundido desde el colchon le hacia compañia a su madre enferma.

Quien la mayor parte del tiempo se la pasaba de pie en la cocina o en el exterior de la residencia, pese a su edad y condicion, podia jurar que inclusive estaba mas viva que yo.

Y este dia no podia ser la esepcion.

Tras escuchar a Albert marcharse hacia su trabajo decidi hacer lo mismo que llevaba haciendo todas las semanas de forma habitual, no salir de la cama.

Sin dudarlo cubri mi cuerpo completamente con la sabana para no tener que soportar la maldita luz del sol que se adentraba por una pequeña abertura que se encontraba en una de las paredes de la casa y me acomode dispuesto a volver intentar conciliar el sueño.

No tenia ganas de nada.

Solamente queria seguir acostado, hundiendome en el deprimende agujero en el que constantemente me sentia y del que nada, ni nadie me haria salir.

Ademas del sonido de los pajaros cantando, los pasos lentos de cierta señora se hicieron presentes en el lugar.

A un sin verle podia percibir que estaba saliendo de la casa y a un que intentara ignorar todo aquel molesto ruido proveniente del exterior me era casi imposible hacer a oidos sordos.

Las paredes del pequeño hogar no eran tan gruesas como las de una casa normal y gracias a ello podia escuchar a cualquiera que se acercara almenos unos cuantos metros.

<Malditos animales y su jodido ruido>, No pude evitar quejarme mentalmente tras seguir oyendo a las jodidas aves.

Literalmente ni si quiera me sentia capaz de tolerar el ruido de un indefenso ser vivo, sentia mis oidos ser taladrados cada que oia su canto, asi de jodido estaba mi humor.

- ¡Austin!.

El llamado de aquella devil voz que se esforzo por gritar mi nombre me alerto enseguida.

Un golpe en seco se escucho y a como pude salte de la cama, casi tropezando con la sabana que se enrredo entre mis pies, la arroje hacia algun lado de la casa y mas que desesperado sali por la puerta.

- ¿Que, que pasa? ¡Señora Isabela! ¿Esta bien? - Cuestione histericamente viendo hacia todos lados en un intento por encontrarla.

Y para mi fortuna, estaba sonriente y de pie. Solte un suspiro de alivio despues de comprobar eso.

- Estoy bien, pero tu llevas dias que no y es momento de que eso cambie.

La dulce mujer camino lentamente hacia su mesedora vieja y enseguida tomo asiento en ella.

Con su tembloroza mano apunto hacia la regadera con la que solia regar sus plantas y sin esperar que dijera una sola palabra entendi a lo que se referia. Y lo que queria que hiciera.

- No entiendo como es que regar hiervas me levantara el animo pero por usted lo hare.

Suspire esta vez pesadamente, a la vez que cogia el traste de metal que intencionalmente ella dejo caer para conseguir sacarme de la cama y prosegui a llenarlo con agua de una llave cercana.

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