+18, violencia, romance, desamor y síndrome de Estocolmo.
¿Que pasará con la vida de Marinette?.
Una azabache emancipada de 18 años, luego de ser secuestrada juntó a otra chica por el famoso diseñador Gabriel Agreste.
Llevada a su mansión en Londres...
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Marinette:
No se con certeza cuánto es lo que llevó caminando de un lado a otro pero lo que si tengo muy en cuenta, es que si no paro de hacerlo terminaré creando un hueco entre las tablas de madera.
Después de considerarlo finalmente me detengo, observó por un breve instante mis pies y muerdo mi labio inferior. Estoy lo que le sigue de nerviosa y sólo quiero que esa sensación pasé de una vez.
- Marinette ya es hora, el amo Félix llegó - Dicen del otro lado.
La puerta es abierta por la señora Margaret y no dudó ni si quiera un poco en salir del cuarto.
- ¿Dónde está? ¿Sigue abajo? - Preguntó con impaciencia.
En su rostro se forma una expresión de asombro, el silencio queda presente por unos segundos y con sutileza la mujer toma mis manos entre las suyas para llamar mi atención.
- Marinette, últimamente he notando qué con el pasó de los días tú y Félix se han acercado un poco más, no se hasta que punto lo han llevado y se qué no es de mi incumbencia el tipo de relación que estás teniendo con él pero - La señora toma una pausa y suspira cómo si ubiera reconsiderado qué decir - Sólo...ten cuidado y no entregues tu corazón a la primera palabra bonita que oigas porqué eso podría traer graves consecuencias para ti.
No entiendo con seguridad que es lo qué me trata de decir pero sus palabras si que han logrado hacerme sentir confundida, antes de qué pueda preguntarle el motivó por el que me dijo eso percibo a lo lejos unos pasos acercándose.
Veo por última vez su melancólica mirada antes de que se valla a toda prisa por el pasillo.
- ¡Ahí estás!.
Volteó en cuanto me llaman y al instante mis ojos se encuentran con los del rubio, él camina velozmente hacía mí y apesar de sentirme fuera de lugar, le regaló una sonrisa para que no sospeché qué algo anda mal.
- ¿Porqué a está hora joven Agreste? - Preguntó y me cruzó de brazos.
Por su parte, él pone los ojos en blanco justo cuándo se detiene.
- Sabés qué odió qué me llames así - Contesta con firmeza, pero eso no impide que su rostro se acerqué al mío y reciba de sus labios un corto besó sobre mi mejilla - Siento haberme retrasado, al profesor de biología se le ocurrió la brillante idea de extender la clase precisamente este día así que en mi defensa no fue culpa mía.
- Bien bien te creó - Encojo mis hombros y ladeó mi rostro - De todas formas cumpliste con llegar así que eso es lo que realmente importa.
