+18, violencia, romance, desamor y síndrome de Estocolmo.
¿Que pasará con la vida de Marinette?.
Una azabache emancipada de 18 años, luego de ser secuestrada juntó a otra chica por el famoso diseñador Gabriel Agreste.
Llevada a su mansión en Londres...
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Félix:
Por mucho que forzaba mi mente intentando recordar lo que había sucedido durante la noche anterior no lograba hacerlo y eso me jodía. Apesar del dolor que sentía, mi cabeza pensaba en muchos posibles escenarios que pude cometer estando ebrio pero entre todos ellos, no acertaba cuál había sido el que hizo enfurecer tanto a Marinette.
De lo que si estaba seguro, era qué lo que sea que haya hecho fue terriblemente malo, a tal grado que orilló a la chica a lanzarme agua fría y estar resentida conmigo.
<¿La habré insultado?, ¿Discutimos?, ¿Acaso intenté propasarme con ella?>.
Ante esa última ocurrencia negué rotundamente, puesto que yo podría perder la dignidad estando bajo los efectos del alcohol, más nunca intentaría hacer algo cómo eso.
- ¡Esfuérzate por recordar joder! - Me dije golpeando con ambos puños el mosaico del baño.
Mi respiración incrementó debido a la exaltación y sin tener otra opción, deje que mis párpados descencieran mientras caía sobre mí el agua fría de la regadera. Nuevamente trataría de recapitular lo que sucedió, comenzando desdé antes de que bajará a la fiesta.
Mi memoria comenzó a funcionar y lo primero que vino a mí, es el recuerdo de que estaba en mi habitación, peinaba cuidadosamente mis cabellos para ordenarlo lo mejor posible y una vez que lo conseguí volteé a ver a Marinette. Ella estaba sentada sobre mi cama admirando en silencio mi anterior acción, sin embargo, se notaba que lejos de estar fascinada por mi impecable apariencia, estaba algo molesta y su puse por qué. Por el tiempo que llevábamos conviviendo juntos sabía que había desarrollado cierto cariño hacía mí, así que indudablemente la idea de que yo estuviera con otra chica en la fiesta la hacía sentir mal.
Me acerqué hasta dónde estaba y enseguida sus ojos se posaron específicamente sobre mi cabello, "No entiendo porque te esfuerzas tanto en peinarlo", dijo insinuando a que quizás me estaba preparando para otra mujer, ante su comentario me reí mientras negaba una y otra vez con mi cabeza pero ni si quiera con eso logré quitarle esa idea errónea.
"No lo llevaré desordenado mujer, suficiente tengo compartiendo mi rostro con Adrien así que por esa razón me esmeró en acomodarlo, es lo único que nos diferencia", contesté en mi defensa y suspiré al recordar todas las veces que me habían confundido con mi hermano. Desgraciadamente la azabache siguió sin cambiar de expresión, no confiaba en mí palabra más no seguiría dando vueltas al mismo asunto.
"¿Y bien?, ¿No me dirás qué me veo como un galán?", Aproveche para cambiar el tema con dichas preguntas sobre mi apariencia. Y en respuesta la azabache solo se cruzó de brazos, desvió su mirada y únicamente me propinó una de reojo, como si realmente le costará hacerlo, "Te vez como un galán, ¡listo!, Ahora puedes ir a mojar las bragas de todas tus invitadas", culminó su ataqué formando un puchero de lo más encantador, no pude hacer más que tomarla entre mis brazos para calmarla.
