🥀Capítulo 71-La Boda🥀

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Félix:

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Félix:

La comida frente a mi llevaba un rato servida, lo suficiente como para haberse puesto fría, aun que ciertamente se veía apetitosa el hambre no estaba presente en mí.

Mientras movía con el tenedor algunas aceitunas del plato veía a papá conversar gustosamente con Adrien sobre su carrera como modelo, cuya estaba despegando mejor de lo que habían imaginado. Nada podía ser más satisfactorio para la marca.

Pesé a qué la moda nunca fue de mi gusto y mucho menos de mi agrado la idea de cambiar de vida con Adrien hasta este punto no sonaba tan mal.

Preferiría hacer lo que él aun que por dentro lo detestara antes que casarme el día de mañana.

Al imaginar aquella escena una vez más en el día sentí mi estómago revolver, deje el cubierto a un costado de mí plato y me levanté de mi asiento, consiguiendo llamar la atención de papá y de mi hermano.

- ¿Te vas tan pronto Félix?, Ni si quiera has probado bocado - Dijo mi padre en cuánto vio mi plato todavía lleno.

- Aw, dicen que cuando uno está enamorado lo último que piensa es en comer así que...

- Cierra la boca Adrien - Intervine en un intento de poner un alto a sus estupidas burlas.

No estaba de humor para tolerarlo.

- O acaso ¿seran nervios de novio?, mhm, dicen que...

- Si no guardas silencio en este instante la gente comenzará a decir también como termine estrangulando a mi gemelo por tocarme los cojones - No pude contenerme al momento de alzar la voz.

Mi pecho subía y bajaba a causa de mi pequeña exaltación y mis orbes que hasta hace un segundo estaban en Adrien, pasaron a ver a mi padre.

En su rostro estaba una expresión de asombro por mi repentino comportamiento, más no me disculparia por ello.

Baje la mirada e inmediatamente gire en dirección a la salida.

- Voy a salir - Di unos cuántos pasos que resonaron en la callada y amplia habitación, dispuesto a marcharme cuánto antes.

Crucé el recibidor e inmediatamente cogí las llaves del gancho adjunto a la puerta, necesitaba conducir, despejar mi mente, literal salir a cualquier sitio, uno donde no estuviera pensando a cada instante en lo mismo.

Al cerrar la puerta me detuve bajo el pórtico, la ligera brisa del exterior hizo volar mis cabellos y por un segundo mantuve mi atención fija en las estrellas, en aquellos brillantes puntos blancos que resaltaban de forma hermosa en el cielo y que parecían tan lejanos a la vez, y que de alguna forma me hicieron recordar a mi madre.

A ella, y a esas noches cuando apenas eramos unos niños, frecuentemente nos sacaba a mi hermano y a mí al jardín, solo para recostarnos en el césped y admirarlas junto a ella.

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