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Frustración y rencor. 

Es que. . . Mierda. Todas las sedes de exportaciones, sus escondites de Incheon y Seúl están cayendo una a una, lentamente. 

Jungkook estaba que explotaba de rabia en cualquier momento. Cada llamada que recibía de Sehun o Irene era con una noticia mala, donde el partícipe era DongHyuk y sus secuaces. Noticias de que su Mafia estaba cayendo poco a poco, sus hombres muriendo, sus escondites explotados o quemados; era tan frustrante escuchar aquello que luego de tanta preparación y paciencia, por fin estuvo dispuesto a hacer algo en contra de los Yakuza. 

Taehyung, en todo aquel tiempo, se mantuvo en reposo, aunque se quejara y suplicara para que lo dejaran ayudar, recuperándose lenta pero cuidadosamente. Sus heridas, tanto internas como externamente, sanaron con rapidez gracias a la alimentación y cuidado, la rehabilitación ayudándole en el proceso, sumando también el hecho que Jungkook y su hermano no se separaron en ningún momento de su lado durante su estadía. Ahora, por fin, dándole el alta del hospital, pudiendo salir de aquella cuatro paredes blancas y agujas con medicamentos. 

Su cuerpo bajo el agua de la ducha, limpiando cada rincón de su piel gracias al jabón artificial, enjabonando con delicadeza esta. Limpio y mojado, salió de debajo de la ducha, agarrando una toalla blanca del establecimiento, empezando a secar su cuerpo con dificultad, pequeños fragmentos de aquellos tormentosos días repitiéndose en su mente como flashes insoportables. Quedando estático al momento de escuchar un grito, Su grito de dolor, en su cabeza. 

Sacudió su cabeza y trató de olvidar aquel suceso dentro de ella, suspirando por quinta vez en lo que lleve del día. 

— No está más aquí. 

Siempre se convencía con ello. Pero no era suficiente. Los recuerdos eran más fuertes. 

Ignorándolos, siguió secando su cuerpo. Mirando su reflejo a través del espejo, asustándose demasiado al momento de distinguir a una persona detrás suyo, girando rápidamente para intentar teclearlo con su cuerpo, sin embargo, un cuchillo se posó en su garganta, demasiado cerca para su gusto. Por reflejo levantando su cabeza para evitar que tocara su piel con la punta del filo. 

— ¿Con quién hablas, Dulzura? 

Un chico, aparentemente de su edad, estaba parado frente suyo, amenazandolo con un cuchillo. Un estúpido cuchillo. 

Tae sonrió sarcásticamente, sin una pizca de gracia. 

— ¿Quién eres? 

La risa que llegó a sus oídos lo irrito tanto que tuvo que aligerar su cuerpo para no hacer algo estúpido. 

— No quieres saberlo. 

— Si quiero, para eso te pregunto. Idiota. 

Soltó una risita al momento de ver como el contrario fruncía sus cejas en señal de molestia, contradiciendo sus palabras. 

— No te incumbe.

— Teniendo en cuenta que estas apuntándome con un cuchillo y no sé quién carajos eres. . . Sí. Me incumbe. 

Gruñendo, el chico se acercó más al cuerpo del rubio, al tal punto de invadir su espacio personal, cosa que a Taehyung le disgustó demasiado.

Él solo dejaba que Jungkook se acercara de esa forma. Nadie más. 

— Quítate. 

Hablo fríamente, fulminándolo con la mirada. 

— ¿O qué?— se acercó más al rubio, colmando la paciencia de este. 

Hυη∂єя Ƙιℓℓєя//Ƙσσктαє//Where stories live. Discover now