Monsters In Disguise [Teen Wolf]

13. No hay vuelta atrás

13. No hay vuelta atrás

Sé que Theo me dijo que no saliera durante la noche, sé que Scott me indicó que no requería de mi ayuda y podía quedarme en casa. Pero ante la herida que sentía que provenía de mi hermano, decidí mandar al diablo aquellos comentarios. No iba quedarme en casa de brazos cruzados cuando sabía que mi hermano me necesitaba.

Esa misma tarde me dije que no podía permitirme perder a otro ser querido, que haría lo que fuera para salvar a quienes amo. Y eso hice. No gasté ni un segundo en pensar en cualquier otra cosa que no fuera salvar a mi hermano. Dejé todo ahí, celular, llaves, mi abrigo... Todo. Simplemente salí por la puerta a velocidad luz y tomé la bicicleta que siempre dejaba a un costado en caso de emergencia. Empecé a pedalear, y no me detuve hasta llegar con mi hermano. Mi instinto de hamingja me guió, esa parte de mí sabía exactamente dónde estaba mi hermano y sufría cada segundo que no estuviera con él.

Intenté mantener la mente despejada, para así apresurarme y no perder tiempo. La sensación de peligro era tan potente que hasta sentía un escalofrío por todo mi cuerpo. Desde el dolor que sentí en casa, no volví a sentir otra herida en Stiles. Eso, por supuesto, no indicaba que estuviera a salvo. Y considerando el sentimiento de angustia y miedo que sentía en lo más profundo de mí, mi hermano debía estar aún en peligro.

Llegué finalmente al instituto. A la luz de la noche, el edificio vacío y apagado parecía más tétrico, y hasta sacado de una película de terror. No dejé que la imagen me infundiera miedo, no podía permitirme pensar en eso, al menos no hasta que supiera sin duda que mi hermano estaba bien. Me bajé de un salto de la bicicleta (sinceramente considero que fue un milagro el no haberme caído). Escuché que cayó al pavimento, ocasionando un ruido seco, pero mis oídos apenas lo habían escuchado. Me lancé a correr por el lugar para así llegar lo más rápido posible a la entrada lateral del instituto. Salté las pocas escaleras del patio y prácticamente me choqué contra la barrera de la puerta para abrirla. En ese momento, ni el dolor de la brutalidad al abrir la puerta ni de mis gemelos tras todo el pedaleo y la corrida.

Afortunadamente, las puertas estaban sin cerrojo. Me detuve un momento al ingresar. Me sentía un tanto mareada, casi abrumada por el silencio. Podía a la vez sentir mi respiración agitada, sin duda debía ser por el ejercicio físico o la ansiedad. Una vez adentro, sentí el frío del aire de la noche. Si el instituto de afuera de noche daba una mala sensación, por dentro era aún peor. A oscuras, congelado, en silencio...

Mi instinto hamingja actuaba casi siempre por sí mismo, sabía las cosas antes de que mi cabeza pudiera razonarlas y deducirlas. Sin embargo, en ese momento, pareció dudar. Sabía que mi hermano estaba en el instituto, pero por unos segundos no supe bien en qué parte del mismo.

La biblioteca. Llegó de forma repentina, casi como un susurro. Se asemejaría a un hilo del cual alguien jala del otro extremo. No perdí más tiempo, corrí hacia las escaleras y subí los pisos necesarios hasta llegar al área de la biblioteca. La puerta estaba cerrada, no con candado pero sí con el nuevo dispositivo electrónico que habían instalado. El cual sólo con pasar tu credencial podías desactivar la cerradura.

Obviamente no tenía mi credencial, así que tuve que utilizar la fuerza bruta para pasar al otro lado. Junté mis manos en mi pecho, como si estuviera juntando fuerza telepática y luego extendí mis brazos a mi lado. Las puertas se abrieron de par en par. La tecnología no podía ganarle a mi lado hamingja, mucho menos cuando éste sabe que hay un protegido en peligro.

Estaba oscuro, pero sin duda había movimiento. La luz de la luna entraba por el tragaluz del techo y aquella era toda iluminación que había. Al igual que el resto del lugar, la biblioteca parecía tétrica a oscuras. Logré identificar algunas mesas de estudios con sus respectivas sillas, también estantes con los libros encima...