41. Una letal reunión familiar

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41. Una letal reunión familiar

Entramos a la clínica animal. Noté que la cerradura estaba algo forzada, por lo que deduje que fue Malia, cuando al buscar información sobre el veterinario tuvo que allanar la propiedad. Caminamos por los pasillos hasta llegar a la usual sala que Deaton nos permitía usar para lidiar con temas sobrenaturales. Al entrar, divisé con sencillez la mesa metálica y las dos personas que se situaban de ambos lados de la misma.

Braeden lucía como siempre, con su ropa táctica y a la vez su campera de cuero encima. Tenía una escopeta colgando de su espalda. Su mirada era dura y podría definirse como mortal, y se dirigía al chico al otro lado de la mesa metálica.

Theo también observaba a la mercenaria con una mirada firme, pero su sonrisa de lado le hacía parecer superior, como si supiera algo que la mujer no. Y tal vez eso era lo que ponía a Braeden con los pelos de punta.

Pasamos por el marco de la puerta, y las miradas de ambos sujetos se posaron en nosotras. Especialmente en mí. Braeden alzó su ceja, sorprendida de mi llegada pero podía notar que parecía algo aliviada. No hemos trabajado demasiado juntas, pero ambas conocemos las habilidades de la otra y respetamos las mismas. Theo, al mirarme, frunció su ceño. También con sorpresa.

—¿Qué hace ella aquí? —demandó con un tono casi acusatorio, como si luego prosiguiera un regaño. Su pregunta iba dirigida a la coyote, sin observarme. Malia se cruzó de brazos.

—Ella puede hablar por sí misma. —respondí con firmeza, cruzándome de brazos. Su mirada gélida se posó en mí—. Y estoy aquí porque no pienso dejar que te le acerques más de lo necesario. Gracias por el dolor en los ojos, por cierto, fue muy refrescante. —agregué con ironía y una sonrisa falsa.

Sonrisa que Theo me devolvió, con malicia — Era necesario, Sari. Y gracias a eso, sabemos a dónde debemos ir. —señaló las fotografías y documentos que habían encima de la mesa metálica.

—No me llames así. —espeté, haciendo referencia a mi apodo. Aquél que solo usaban mi familia y mi mejor amigo, aquél que tenía una carga afectiva importante para mí, y él había perdido el privilegio de dirigirse de esa forma hacia mí.

—¿Cuál es el problema? —preguntó Malia a la mercenaria, ambas ajenas a la conversación que estaba sosteniendo con el Quimera. Me giré hacia ellas.

Braeden observaba la información en papel con el ceño levemente fruncido. Parecía no estar muy convencida de lo que veía — ¿Además de que no he visto a este lugar salvo por algunas fotos áreas, y que estaremos entrando a ciegas? —dijo con sarcasmo la mercenaria. Se giró hacia Theo y ladeó su cabeza en su dirección—. Él.

Y de un rápido movimiento, maniobró su escopeta y la apuntó hacia el Quimera. Theo no se inmutó, se cruzó de brazos y con una expresión cansina y molesta contestó: — ¿Podrías apuntar eso a otro lado?

—¿Podrías apretar el gatillo? —pedí con amabilidad a la mercenaria. Le dediqué a Theo una sonrisa falsa, él simplemente me observó con dureza.

—Con gusto. —sonrió.

—Ya basta. —declaró Malia con cansancio, intentando mantener el orden en la sala—. Él vendrá con nosotros. —se acercó y colocó la mano sobre la escopeta de la mercenaria, para bajarla.

—Intentó matar a Scott. —replicó la mayor de la sala, casi con indignación.

No sabía que Braeden tenía conocimiento sobre aquello, supuse que Malia le había dicho o que tenía sus propios medios de comunicación para saberlo. Y a pesar de la sorpresa que me llevó el saber que ella conocía aquello, una sensación cálida me envolvió. Porque Braeden no era manada, nos ayudó en algunas circunstancias y sabíamos que era una aliada, pero no le debía lealtad a Scott. No tenía que indignarse o guardar rencor a Theo por haber intentado matar a Scott. Y aún así, ella lo hacía. Supuse por el respeto que le tenía a mi Alfa, y eso me llenó de orgullo. Scott simplemente es increíble.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Where stories live. Discover now