34. El Alfa y la hamingja

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34. El Alfa y la hamingja

Le dieron a papá órdenes estrictas de mantenerse quieto y descansar, si bien la herida ya estaba cicatrizando como debía y sin complicaciones, lo mejor era evitar movimiento en la zona y peso encima que puediera reabrir sus heridas. El doctor Dunbar y Melissa fueron claros con esas indicaciones, tanto que papá tuvo que aceptarlas (él ya quería salir de ahí y evitar más gasto innecesario). Agradecí a ambos, a la señora McCall con una mirada más comprensiva. Con el doctor Dunbar, fue más profesional, aunque en mi cabeza no dejaba de rondar la conversación que tuvo con Melissa. Sobre saber algo más, algo en relación a lo sobrenatural. Ya estaba sospechando, y lo mejor era que su hijo, Liam, se lo dijera. Me lo anoté mentalmente para hablarlo con el Beta cuando tenga la oportunidad.

Era de noche, no había tanto ruido ni movimiento en el hospital. Stiles cayó dormido en el sillón al lado de papá al poco rato. Se le veía cansado y le dejé dormir tranquilo. Papá estaba mejor, la anestesia dejaba ya su organismo, se lo veía más despierto a pesar de las altas horas de la noche.

Me acerqué a su costado, coloqué mis manos por encima de su herida y sané de a poco aquella provocada por la cirugía, donde le quitaron parte de un hueso proveniente de un Berserker. No usaba demasiado de mi fuerza, pues aún seguía débil y cansada como para usar ésta en su totalidad. Pero sanar lentamente una herida no muy compleja, eso podía hacerlo.

Salté cuando la mano de papá tomó mi muñeca, desconcentrándome de mi labor. Alcé mi mirada hacia él — Descansa tú también, Sarah. Estoy bien. —me indicó con suavidad. Sonreí forzosamente. Sabía que estaba bien, pero aún estaba inquieta. Papá pareció notar aquello en mi rostro, pues agregó: — Oye, creo que puedo moverme un poco, ¿me acompañas a buscar un chocolate caliente? —ofreció con suavidad. Stiles a su lado roncaba, por lo que no se enteró de la conversación.

Asentí. Le ayudé a bajarse de la camilla, pero por suerte, con mi curación ya podía moverse con más tranquilidad, sin miedo a abrir puntos de la herida. Salimos suavemente del cuarto, pues no deseábamos alertar a Stiles. Los pasillos del hospital estaban vacíos, poco personal se movilizaba de un lado a otro, parecía ir todo bien. Al menos, esa noche.

Llegamos a una sala de descanso donde habían varias máquinas expendedoras. Había una de refrigerios, otra de bebidas enlatadas o embotelladas y la última, de bebidas calientes. Le ofecí a papá unas monedas que estaban en mi pantalón y pidió dos chocolates calientes. Esperamos pocos minutos, y luego tomamos nuestros vasos de plástico. Al estar demasiado calientes, debíamos esperar un poco. Nos dirigimos a las sillas de la zona de descanso.

—Melissa... Ella me habló de lo que te ocurrió. —empezó a charlar, mirándome con compasión—. Cómo salvaste a Scott, cómo eso casi te cuesta tu propia vida... —desvié la mirada, apenada. No era una consecuencia que deseaba, perder el pulso, sino algo que simplemente ocurrió—. Tu coma... —cerré los ojos, odiando la sensación que me producía recordar el coma. Cómo deseaba quedarme ahí, cuando papá estaba sufriendo—. Oye, mírame, Sari...

Hice lo que pidió. Le observé. Sus ojos celestes mirándome con atención. No sabía qué decirle, si pedirle perdón, si prometer que nunca más volvería a pasar (aunque sería imposible prometer eso). Así que me quedé callada. Intentando evitar que lágrimas se deslizaran por mis mejillas.

—Estoy muy orgulloso de ti, ¿sabes? —alcé mis cejas, sorprendida por el comentario—. Y aunque no me guste nada enterarme de que estuviste en coma... Ver que ahora estás a mi lado, viva y sana, es suficiente. Eres muy fuerte, hija. Mereces descansar un poco.

Suspiré con cautela — No hay tiempo para descansar, pa. Los Doctores siguen por ahí, Theo... —sentí que mi garganta se selló. No sabía cómo hablar de Theo sin que la ira se apoderase de mí.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Where stories live. Discover now