36. Damnatio Memoriae

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36. Damnatio Memoriae

Stiles nos puso la grabación de una cámara de seguridad de la torre de comunicaciones. Se veía al técnico ir a su puesto, y mucho más tarde, aparecía la oficial Clark, la hermana mayor de Hayden. Y segundos más tarde, salía una gran bestia. Scott tenía razón, era extraña. Era más grande que cualquier cosa que hayamos visto, era completamente negra y no parecía corpórea, no en su completud. Clark salía del lugar poco despues, y mucho más tarde, los paramédicos llegaban y sacaban el cadáver del técnico.

—Chequeé toda la grabación. —anunció Stiles, moviendo su índice por el cursor del vídeo—. Antes del técnico, a la instalación no entró ninguna otra persona.

—No entiendo... —indicó Scott mirando con el ceño fruncido la pantalla de la computadora—. ¿Qué es lo que tengo que ver?

—Entran dos personas. El técnico y Clark. —mencioné, sabiendo qué es lo que nos quería mostrar Stiles—. Y salen tres. Ellos dos, y la Bestia. —aclaré observándole. De a poco, su ceño se aflojaba y sus ojos se abrían en sorpresa.

—Entonces... Hay otra entrada. —concluyó Scott. Stiles asintió y cerró la portátil, casi como si su trabajo con ella finalizase.

Scott se volvió a vestir, y decidimos ir hacia la torre de comunicaciones e investigar sobre esta posible nueva entrada. Nuestro amigo fue en su motocicleta, aproveché que Stiles había llegado en su Jeep (ya arreglado) y fui con él en el asiento del copiloto.

Condujo con normalidad, sin saltarse los avisos ni acelerar. No había apuro por llegar. Scott iba delante, más rápido debido a la ligereza de su vehículo.

—¿Papá...? —empecé a preguntar, pero no fue necesario terminarla.

Stiles asintió — Está bien. Hoy ya le dan el alta. —me miró de reojo y agregó: — Dicen que afortunadamente su herida se curó muy rápido. —le di una leve mirada cómplice. Claramente, mi habilidad curativa hizo impulso a esa veloz recuperación.

—Me alegro de que esté bien. —indiqué con suavidad, desviando mi mirada hacia el paisaje boscoso. Aún me sentía algo culpable de haberme inducido en un coma en vez de ir a salvarle. Si bien mi lado hamingja sabía que no estaba envenenado, él sufría por aquél pedazo de hueso incrustrado en sí. Lo importante es que ahora está bien. Eso es suficiente.

Quedamos en silencio. Al poco rato, ya habíamos llegado a la zona en cuestión. Habían unas bandas amarillas de plástico que decían "policía, mantenga la distancia". Esas bandas rodeaban la única entrada (la única que se conociera) del complejo. Fuera de eso, no había otra cosa fuera de lugar.

Nos bajamos cada uno del respectivo vehículo, y fuimos hacia la entrada. Nos agachamos y pasamos por debajo de las cintas. El lugar era subterráneo, así que naturalmente era oscuro, no tenía grandes ventanas. Era todo de concreto. La noche asomándose tampoco ayudaba en la iluminación. Afortunadamente, mi hermano siempre preparado, tenía una pequeña linterna en sus manos y nos guíaba en nuestros pasos.

Bajamos unas cuantas escaleras y finalmente llegamos a lo que parecía ser la maquinaria de la torre de comunicaciones. O lo que debía ser, ya que estaba todo destrozado. Cables rotos caían del techo, computadoras incapacitadas tras garras incrustrándose en ellas, sillas habiendo sido tiradas de un lado a otro... Era todo un desastre. Aunque lo peor, era la sangre.

El líquido carmesí pintaba casi todo el suelo. Eran pinceladas grandes, voluminosas... Seguramente del técnico intentando escapar a pesar de sus heridas, y de la Bestia persiguiéndole... Jugando con él. De repente, sentí pena por el sujeto. Debió ser una situación horrible.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Where stories live. Discover now