49. Salvando a nuestra banshee

368 76 10
                                    

49. Salvando a nuestra banshee

No logré procesar lo ocurrido. Había escuchado a Tracy pero ni tan pronto me giré a verle, ella cayó rendida al suelo. Solamente escuché un zumbido de electricidad. Al caer la Quimera, descubrí que detrás de ella estaba la señora Martin con una mirada mortal. En su mano tenía una porra electrificada, aquella arma que los guardias en Eichen tienen colgando de su cintura.

No tenía ni idea de cómo llegó la madre de Lydia hasta ahí ni de dónde consiguió dicha arma, pero me alegraba mucho de verle. Y me alegraba que también nos hubiera ahorrado un enfrentamiento con Tracy. Supuse que la razón por la que la señora Martin estaba ahí se relacionaba con el archivo que Deaton me prestó.

Tracy cayó inconsciente debido al alto voltaje de la porra. Lydia estaba muy débil, al no tener a la Quimera sosteniéndole, comenzó a caer hacia delante. Sin embargo, mi hermano logró acercarse y tomarle en brazos, evitando que ella cayera también al suelo.

La señora Martin con una mirada de fuego nos observó a todos y dijo: — ¿Alguien podría ser tan amable de sacar a mi hija de este infierno, por favor? —y todos asentimos.

—La llevaremos a la clínica animal. —le informó Scott, rápidamente le indicó la dirección del establecimiento.

Ayudé a Stiles a colocar a Lydia en el asiento trasero del Jeep. Me subí también, sentándome a su lado y cuidándole. Luego, mi hermano y Scott se sentaron en los asientos delanteros, Stiles detrás del volante. Encendió con velocidad el Jeep, pues todos los presentes sabíamos que Lydia seguía sin tener demasiado tiempo.

Dejamos a Malia y Kira en el hospital, no tuvimos tiempo de charlarlo pero logré ver a través de la ventana como ambas levantaban a Parrish y a Tracy del suelo, probablemente se quedarían con ambos.

La carretera estaba vacía. Era una noche fría y con mucha niebla. El único coche además del Jeep era el de la señora Martin, que nos seguía a pocos metros. El ambiente dentro del Jeep era tenso, lo único que se escuchaban eran los gemidos lastimeros de Lydia. A pesar de abrazarla de costado, con intención de protegerle, se removía en mis brazos. Cerraba sus párpados y apretaba con fuerza, como si estuviera intentando detener el dolor de esa forma.

—Aguanta, Lydia. —pidió Stiles, viendo a través del espejo retrovisor cómo la pelirroja sufría. El camino no tenía muchas curvas, aún así Stiles conducía de forma errática, probablemente debido a los nervios. Juntándole que iba a una velocidad más acelerada que la estipulada, me preocupaba un poco.

Decidí concentrarme en Lydia, giré mi rostro y le observé. Justo había abierto los ojos, su mirada estaba perdida. No como antes, perdida de no estar conciente, sino parecía más abrumada por todo lo que oía. Acomodé su cabeza en mi hombro, logrando de esa forma que una de mis manos fuera hacia el hueco en su cráneo, justo por encima de su oído. Cubrí el mismo con mi palma, a pesar de la impresión que me daba, esperando que de alguna forma mi mano sirviera como barrera para todo aquello que Lydia recibía.

—Ya llegamos, por favor, aguanta. —insistía mi hermano con la voz temblándole.

Al tocar su hueco, con la intención de proveerle cierta barrera ante lo que su banshee escuchaba, conecté con ella. Y rápidamente me abrumé, oía gritos lejanos, gritos desgarradores, diversas voces, femeninas, masculinas y de niños, algunos susurraban, otros hablaban fuerte. Comencé a respirar entrecortadamente debido a tal abrumo.

—¿Sarah? —escuché que Scott me llamaba. Sin embargo, su voz quedó opacada por todas esas voces que Lydia percibía.

No era la primera vez que conectaba de esa forma con mi amiga, en el motel Glenn Capri y en la cabaña de su abuela me había pasado algo similar. Al estar en contacto directo, podía oír lo que su lado Banshee oía o percibía de su entorno.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Where stories live. Discover now