30. Consequences

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30. Consequences. Parte I

Intenté regular mi respiración, actuar lo más calmada posible

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Intenté regular mi respiración, actuar lo más calmada posible. Pero me era imposible, una ira tremenda estaba naciendo en la boca de mi estómago. Era una furia entremezclada con tristeza. Supongo que ya había llorado bastante en las últimas horas, por lo que mi cuerpo creyó mejor usar mi energía en enojarse. Enojarme con Theo, por ser la sospecha que mi hermano creía, por estar del otro bando y ayudar a los Doctores, mentirnos. Y enojarme conmigo misma, por ser tan ilusa, por no ver lo que está frente a mis ojos, por obviar las posibles pistas con tal de tener a alguien que me quería incondicionalmente a mi lado. Me dejé engañar, y lo peor, lo que realmente me daba ganas de acurrucarme y llorar, era que me enamoré en el proceso. Dejé que Theo ocupara el vacío que sentía en mí, dejé que tomase mi corazón y jugase con él, dejé que se convirtiera en mi ancla.

Me sentía traicionada, usada... Theo me lo acababa de admitir, era su principal objetivo porque según él era una criatura poderosa y era capaz de descubrirle. No se acercó a mí porque le interesase, ni por los recuerdos de cuando éramos chicos. No. Se acercó a mí porque era el primer eslabón a romper de su plan. Quería mi confianza, y yo cual tonta le di mi corazón. Mi pobre corazón que se mostraba fuerte pero realmente aún sufría la pérdida de Allison y el rompimiento con Derek. Ese mismo corazón fue el que entregué a Theo. Y él jugó con él, con las piezas que aún me quedaban.

—Dí que quieres ser mi hamingja, Sarah. —suspiró, casi rogando. Me observaba con anhelo, con expectativa. Sentí las ganas de alejarle por completo de mí, que dejase de tocarme, sus mejillas seguían en mi rostro—. Llegué tan lejos gracias a ti. Necesito que sigas a mi lado.

Sin embargo, logré contenerme. Tanto la ira como las ganas de llorar. Debía aprovechar la ocasión, dejar mis emociones de lado por unos momentos y recabar información sobre los Doctores. Después de todo, aún no sabíamos su plan, ni como enfrentarnos a ellos.Debía fingir. Era mi turno de engañarle a él. Me armé de valor, pensé fríamente, ajena a aquello. Subí una de mis manos hacia su cabello, su nuca, acariciando la zona. A él pareció gustarle aquél gesto.

—Dime cómo puedo serlo. —pronuncié con un suspiro. Por poco las palabras no salen de mi boca. No sabía ni cómo lo había logrado. Afortunadamente, él no parecía sospechar de mi actual estado de ánimo.

Dejó caer sus manos de mis mejillas, finalmente dejaba de tocarme. Su rostro mostraba una mirada de sorpresa, que luego se transformó en una sonrisa de lado. Pareció confiar lo suficiente como para dejarme a mi merced. Debía aprovechar aquella acción y planear mi siguiente movimiento. Me mantuve en mi lugar, tranquila, regulando mi respiración y mis latidos. Aún andaba con dolor de cabeza por la resaca, aunque la aspirina había actuado bastante. Estaba más lúcida, y cuando el momento se presente, iba a atacarle.

—No se me ocurre cómo... Las leyendas no son muy específicas. Se habla de una conexión intensa entre Alfa y hamingja. Tanto uno como el otro tiene que aceptar el puesto del ajeno. La hamingja debe aceptar al Alfa como su líder, como suyo. Y el Alfa debe aceptar a la hamingja como suya, como su emisaria. —fruncí un poco el ceño ante la mención del rol de emisaria.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz