Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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FABIANA
20 de febrero del 2018
- ¿Alguna vez imaginaste que volveríamos a estar en esta posición? – la pregunta de Sebastián casi y me hace sentir nostalgia.
Es extraño volver a esto luego de estar más de dos meses completamente sobria. No he vuelto a beber desde que casi muero ahogada en mi bañera, porque esta vez de verdad me comprometí conmigo misma a dejar los malos hábitos que me han estado controlando la mayor parte de mi vida. Quisiera decir que ha sido fácil, pero la ansiedad por la abstinencia y las pesadillas me han tenido rogando en mi interior por un poco de algo que me haga olvidarme de todo. He estado en grupos de narcóticos anónimos, y el hecho de tener apoyo, no sólo de mi familia, sino de mis amigos ha hecho que las cosas sean un poco más soportables.
Cada noche es más dura de sobrellevar, pero gracias a la compañía de Sebastián y de Paloma no he sucumbido a la tentación de adormecerme. A pesar de que mi mejor amiga pensó que era una completa estupidez dejar de ir a las fiestas y beber, me apoyó en mi decisión, y se ha quedado conmigo las noches en las que Sebastián no puede. De hecho, muchas veces ha decidido faltar a muchas fiestas para quedarse conmigo, y, espero, estarla haciendo dudar acerca de su vida. Ayer me preguntó acerca del grupo al que estoy yendo, así que quiero tomar eso como una buena señal.
En definitiva, tener un círculo de apoyo a tu alrededor es muy vital para poder dejar a un lado las adicciones. No quiero decir que sea lo único que se necesita, porque se requiere fuerza de voluntad y ganas de en verdad superarse, también apoyo médico y de especialistas sobre adicciones, pero tener gente a tu alrededor acompañándote en el proceso lo hace menos doloroso y más sobre llevable. No me imagino estar pasando por esto sin mis amigos.
- La verdad es que no – trato de acomodar de alguna manera a Nicolás en mi pequeño auto, pero es muy alto para caber acostado.
- Déjame ayudarte – Sebastián lo acomoda, de tal manera en la que está sentado con las piernas pegadas a su pecho, siendo sostenido por el asiento de adelante. Se ve como un niño pequeño... un niño pequeño alcoholizado y drogado hasta la inconsciencia.
Cuando Paloma me llamó pensé que se había metido en graves problemas. Desde que decidí dejar de asistir a las fiestas ella paró sus llamadas nocturnas cuando salía, para evitarme las tentaciones, pero esta madrugada su llamada no tenía nada que ver con ella.
- Lo vi muy alterado dirigiéndose al baño, así que no pude quedarme de brazos cruzados – dice, mientras cala su cigarro, las manos me pican, con la sensación de tener uno propio entre los dedos, pero ignoro eso -. Me arruinó la noche, había una chica rubia que estaba a punto de invitarme a un lugar más privado – hace un puchero.
- ¿Y no le pediste su número? – pregunto, aunque ya sé la respuesta a ello.
- ¿Quién me crees? – saca su celular y veo en la pantalla el nombre "Lisa" junto a un número telefónico -. Más tarde la llamaré y la invitaré a tomar algo.
