Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
NICOLÁS
18 de Septiembre, 2017
Lo primero que hago al despertar es agarrar mi celular para revisar las notificaciones. La luz de la pantalla hace que mis ojos se cierren involuntariamente. Odio terriblemente esa sensación de casi quedarme ciego, pero, como cualquier persona de mi generación, me la aguanto y reviso todas las notificaciones que tengo desde anoche. Volví a subir un vídeo de mi rutina de entrenamiento a Facebook, así que los comentarios de mis contactos femeninos son variados y algo sugerentes, lo cual me hace sonreír. Decido dejar a un lado el celular y revisar luego mis mensajes de WhatsApp, ya que son demasiados y no creo tener mucho tiempo para responderlos
Luego de mi rutina matutina de aseo me dispongo a hacer ejercicio en la barra colocada sobre la puerta que da a mi balcón. Desde allí la vista no es tan maravillosa, pero me da la sensación de libertad que genera cualquier lugar alto. Comienzo con las flexiones de pecho, levantando todo mi peso hasta tocar con mis pectorales la barra. Llevo cincuenta cuando tengo que parar para tomar un descanso. He dejado de hacer los ejercicios de barra desde hace una semana y bajé mi marca. He estado muy indisciplinado, pero cuando recuerdo la sonrisa de la chica de ojos azules sé que la razón ha valido la pena.
Me dispongo a seguir con los ejercicios, pero mi teléfono suena con la entrada de una llamada, así que me limpio el sudor de las manos en mi chándal y me dispongo a contestar, sin siquiera mirar el nombre de contacto.
- ¿Diga? - contesto.
- ¿Cómo está el mejor amigo del mundo? - la voz de Mafe al otro lado suena adormilada, lo que me da más o menos una pista de qué es lo que me va a pedir. Casi sonrío al imaginarla despeinada y recién levantada con alguno de esos pijamas rosas que tanto le gusta usar.
- ¿Otra vez quieres que pase por ti? Sabes que el auto no es mío y no lo puedo ocupar cuando quiera - cojo una pequeña toalla y me retiro el sudor de la cara, caminando hacia el baño, porque no importa la excusa que le ponga, sé que terminará convenciéndome de hacer que la lleve. Esa es nuestra relación: yo finjo que no voy a ceder y ella me "convence".
- Por favor, Nickiiiiiiiiiiii - insiste con voz cantarina, lo cual me hace reír, mientras ruedo los ojos con diversión.
- Voy a preguntarle a mi hermano. Si no te escribo en diez minutos es porque sí me lo prestó - termino cediendo y ella celebra al otro lado de la línea. Su energía es contagiosa, así que termino sonriendo.
- ¡Eres el mejor amigo del mundo! Además, podemos aprovechar y hablar acerca de tu nueva noviaaa - con eso finaliza la llamada y yo entro al baño pensando en lo lindo que suena que llamen a Fabi mi novia.
****
Conduzco por una carretera demasiado transitada con una muy entusiasta Mafe a mi lado. Convencer a mi hermano no fue nada fácil, y ahora le debo un favor que me da miedo, pero prefiero no echarle mente a eso ahora y me concentro en la pelirosa a mi lado. Hoy se ha decidido por un estilo muy rosa y algo infantil, pero, como siempre, logra que todo se vea bien en ella.
