Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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NICOLÁS
02 de julio del 2018
Luego de unos largos meses de sobriedad vuelvo a estar aquí, en un bar de mala reputación, ebrio y drogado a más no poder. Tengo el corazón roto y la canción que suena justo ahora en todo el bar no hace que me sienta mucho mejor.
I'm headed straight for the floor The alcohol served its tour And it's headed straight for my skin Leaving me daft and dim I've got this shake in my legs Shaking the thoughts from my head But who put these waves in the door? I crack and out I pour
- I'm Mr. Loverman, And I miss my lover, man. I'm Mr. Loverman. Oh, and I miss my lover – canto y evoco los recuerdos con mi hermosa chica de ojos azules.
Siento mi garganta seca, así que vuelvo a empinar la botella de tequila, pero no sale ni una sola gota de esta. Ya está vacía.
- En serio te ves y hueles como la mierda - exclama Felipe y yo sólo atino a gruñir. Estoy cansado y demasiado elevado como para contestar -. Yo también me siento mal, ya deberíamos parar.
Yo asiento y me levanto sin esperarlo, y, como puedo, salgo del bar, ya no hay nada de mi interés aquí dentro. Me tambaleo, apoyándome en las paredes. No veo bien y todo me da vueltas.
Felipe sale detrás de mí, riendo y tropezando, terminando de coquetear con la chica de la barra. Él no ha estado conmigo estos últimos meses, pero, ahora que ha logrado deshacerse de sus problemas - los cuales no me ha querido decir - me ha acompañado toda la semana a estar de juerga.
Tal vez no sea la mejor compañía en este momento, no me dice nada, sólo me sigue la corriente y se alcoholiza o se droga más de lo que yo lo hago, pero al menos está. No puedo decir lo mismo de mis amigas que, luego de irse a vivir juntas, no he vuelto a saber de ellas, más allá de reproches
El frío de la ciudad me congela los huesos cuando por fin logro salir a la calle, así que intento cubrirme con la delgada sudadera que traje. Felipe no para de hablar y de contarme lo que sea que le haya dicho aquella morena con la que no paraba de hablar. Me importa una mierda, y o demostré muy bien en la mirada que le di, antes de despegarme de la pared del establecimiento y caminar hacia la calle.
Me siento en la acera cuando siento que no puedo caminar más. Quiero sacar mi celular del bolsillo de mi pantalón, pero siento mis brazos pesados, como si ya no fuesen parte funcional de mi cuerpo.
- Tranquilo, tomaremos un taxi e iremos a tu casa, bro. Ya nos hemos pasado por hoy - no se me pasa por alto la manera en la que su mirada cambia de una alegre a una vacía cuando mira hacia la calle.
Yo la miro también para intentar averiguar qué pasa por su cabeza, pero las luces de los autos se ven borrosas mientras pasan de un lado para otro. Dejo de intentar comprender, hasta que algo o alguien llama mi atención. Trato de concentrarme en ese punto fijo y veo lo que termina de romper mi ebrio corazón: Fabiana abrazada a Sebastián mientras ambos ríen en su moto.
