Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
NICOLÁS
08 de Septiembre, 2017
A veces no te das cuenta quién es bueno y quién no, y menos cuando sus gigantescos ojos te miran de una manera tan especial. Sus pupilas están dilatadas, es evidente y es algo irónica esta situación, porque siempre he despreciado a mi hermano por ser drogadicto, pero, a pesar de que sé que esta chica puede estar incluso peor, mi corazón no puede juzgarla.
- ¿Por qué decidiste ser profesora? - le pregunto apenas arranca el motor.
- La verdad al principio no quería serlo - me dice a modo de confesión - lo hice porque debía de alguna manera ayudar a mis tías en casa con los gastos y era lo único que podía hacer con la nula experiencia que tenía. Pero, luego de conocer a los niños y de comenzar a cultivar sus pequeñas cabecitas, simplemente se volvió mi vocación. Tal vez tenga otros empleos, no me voy a encerrar en la docencia, pero si me dieran a elegir un trabajo para toda la vida sería este.
Me quedo algo sorprendido, pero le sonrío. Toda mi vida había pensado que quienes se volvían profesores no habían logrado triunfar en lo que deseaban, por lo cual, para no morir de hambre, decidían enseñar a los demás. Tal vez tenía ese pensamiento errado porque a lo largo de mi vida tuve profesores a los cuales no les gustaba enseñar, y que sólo iban a trabajar por las obligaciones que tocaban a su puerta cada mes.
- ¿Y tú qué haces para ganarte la vida, muñeco? - me pregunta mientras busca una canción en la radio, hoy parece que nada le gusta.
- Estudio medicina - digo con orgullo. Medicina es la mejor carrera del mundo, no sólo por el hecho de que sea universal, sino porque se salvan vidas y se aprende cómo funciona todo lo que está dentro de tu cuerpo.
- ¡El horror! - exclama ella y todo mi ego de médico amateur se cae al piso, río un poco para disimular el impacto. Normalmente las personas suelen verme con admiración, pero ella se ve genuinamente horrorizada ¿Qué demonios? - tantas tragedias que vas a tener que presenciar a lo largo de tu vida. Y qué decir de las muertes. ¡Yo no podría con ello! Ya he presenciado suficientes muertes en mi vida, no podría aguantar que mi trabajo se tratara de presenciarlas también. La vida ya es lo suficientemente cruel ¿No crees? - y diciendo lo último para frente al bar de Lola, donde le pedí que me trajera, para ayudar a Felipe a solucionar todo -. Eres valiente, Nicolás.
Siempre he tenido presente que a lo largo de mi vida voy a presenciar demasiadas muertes, pero siempre me he decantado por el lado positivo de mi carrera. No quiero pensar en las muertes a pesar de que serán algo constante, porque sé que, al final del día, si logro salvar una vida, todo habrá valido la pena. El hecho de que ella me llame valiente no parece ser un cumplido, parece ser una característica que ella resalta con pesar, pero que decido tomar como un halago, así que ensancho mi sonrisa coqueta y lo dejo pasar.
- Gracias por traerme, Fabi - ella sonríe y baja del auto. Yo bajo tras ella, algo sorprendido, no pensé que vendría hasta aquí también a ayudar.
