Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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FABIANA
07 de marzo del 2018
La razón por la que cité a Nicolás es porque decidí que es mi responsabilidad hacer que él ingrese a un programa de rehabilitación. He estado investigando demasiados y no dejo de pensar que es mi culpa que él esté así. De hecho, un mensaje de su mejor amiga me hizo pensar demasiado que sí soy la responsable de su estado. Me sentí enojada en un principio, pero después de meditarlo me dije ¿Por qué no ayudarlo? Él lo intentó conmigo sin ser nada, y yo no me puedo quedar de brazos cruzados sin siquiera haberlo intentado.
Llego al bar de Lola quince minutos antes de la hora acordada, así que me siento en la barra y converso un rato con la mujer, quien me cuenta el progreso de sus hijos gracias a mí. Me siento feliz y halagada, porque a pesar de que nunca estuvo en mis planes de vida, enseñarles a estos niños es la mejor decisión que he tomado.
Me tomo dos vasos de soda y miro la hora, Nicolás está retrasado media hora, así que le dejo un mensaje y decido marcharme. Me ha dejado plantada. La verdad no sé qué esperaba. ¿Esperaba que él saliera corriendo a verme sólo porque se lo pedí?
Insisto con los mensajes por toda una semana, hasta que decido rendirme.
*****
16 de abril del 2018
He estado enviándole mensajes a Nicolás que sólo mira y no responde. Quería rendirme hace un mes, pero mi conciencia no me ha dejado, así que, todos los días he intentado ponerme en contacto con él. Le he enviado folletos, páginas web de lugares y clínicas de rehabilitación, pero no contesta. Intenté hacerlo mediante Mafe, pero ella tampoco ha obtenido buenos resultados con su amigo.
Llego a casa de Sebastián sintiéndome algo decepcionada, en serio quiero hablar con Nicolás sobre todo el proceso que he decidido emprender desde hace meses, e incitarlo a que debería hacerlo, pero no se ha presentado. Reviso mi celular antes de entrar, pero tampoco ha respondido el mensaje que le dejé hace cuarenta minutos. Es el mensaje diario.
Suspiro sintiéndome derrotada, pero no me rendiré.
Entro finalmente a la casa y lo veo sentado en la obscuridad. La única luz que entra es la de las farolas por la gran ventana de la sala. Está sin camisa sentado en el suelo viendo por la ventana mientras toca suaves acordes en su guitarra. Está feliz.
- Hola – lo beso en la mejilla y me quito el abrigo, para luego sentarme a su lado en el suelo.
No digo nada más, solo disfruto de la música y espero pacientemente a que se decida a contarme porqué se encuentra tan feliz.
No habla, sólo me pasa un sobre. Lo abro y la alegría hace que salte sobre él, haciendo que deje la guitarra a un lado para recibirme en su regazo. Lo abrazo y grito de emoción.
- ¡Es tu debut! – grito y brinco sobre Sebastián mientras él me sostiene de la cintura y me mira con cariño -. ¡Esto es increíble! – los ojos se me llenan de lágrimas y siento cómo mi pecho se infla de orgullo -. Sabía que lograrías esto.
