Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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FABIANA
12 de noviembre del 2011
Los últimos meses han pasado tan rápido que siento como si en realidad hubiese sucedido en segundos. He arrancado demasiadas páginas de este diario con la esperanza de olvidar, pero es imposible, tengo que dejar de negar la realidad, a pesar de que la haya cagado tanto. Todo es demasiado extraño y no sé por dónde comenzar a explicar todo lo que ha sucedido.
Tal vez debería iniciar por lo que hice luego con Sebastián, pero sinceramente no quiero recordarlo justo ahora, precisamente por eso arranqué meses y los quemé mientras me fumaba un cigarrillo en el balcón. Tal vez no es importante aquel suceso, no por ahora, entonces iniciaré diciendo que comencé a salir con alguien más.
Comencé a salir con alguien que es incluso menor que yo, pero que parece tener una vida más organizada que la mía, y eso me da miedo, porque yo soy un caos y no quiero arruinar otras vidas que no sean la mía. Ya había escrito sobre él, su nombre es Nicolás. Yo le digo Nico. Mi abuela le dice muñeco.
Es un chico perfecto en todas las dimensiones y no puedo creer que se haya fijado en un desastre como yo. Debe tener sus problemas, porque en definitiva alguien cuerdo no saldría conmigo. Es rubio, alto, tiene los ojos verdes y se ejercita muchísimo. Tiene el aspecto de un príncipe azul, de esos que te prometen que te van a salvar sin siquiera decirlo.
Estudia medicina y trabaja en un bar medio tiempo. Además de eso parece tener calificaciones perfectas y se esfuerza por cuidar de su hermano y de su madre, a pesar de ser el menor entre ellos.
A veces siento que creció muy rápido por la manera en la que se desarrollaron las cosas en su casa, pero esa madurez le agrega más atractivo. He de admitir que cuando lo vi pensé que nunca en la vida podría estar con alguien como él, porque toda su luz fastidiaba a mis ojos irritados por la droga, pero me enseñó tanto en tan poco tiempo que casi me hace olvidar que estoy rota.
Casi.
Te preguntarás ¿No estabas con Sebastián? ¿Qué ocurrió con él? Pues, así de rápido como nació lo nuestro, lo tuvimos que dejar morir. Yo no estaba dispuesta a tener algo serio y él necesitaba su espacio para comenzar su carrera musical. Lo entendimos, pero nuestros corazones no lo hicieron del todo, porque seguimos manteniéndonos cerca en esta rara amistad que oculta todo lo que sentimos por el otro.
Las miradas llenas de anhelo nunca desaparecieron, la paciencia con la que me cuidaba y la admiración con la que yo lo trataba siguieron. Ambos sabíamos que queríamos algo más, pero, con la aparición de Nico en nuestras vidas, esperaba que las cosas quedaran mucho más claras para los dos y que fuera más sencillo aceptar que entre los dos no iba a haber nada. Pero, terminé metiendo a un inocente en una guerra de amor en la que nunca debió entrar en medio del campo de batalla.
Han pasado varios meses ya desde eso, pero de cierta manera no me arrepiento de cómo sucedieron las cosas... pero sí me arrepiento del desenlace. Porque llegué a querer tanto a Nico que ni siquiera soy capaz de reconocerlo del todo. Él, con su incomprensible inocencia, a pesar de todo lo que ha pasado, con esa aura llena de amabilidad, me dejaron ver un lado del mundo que siempre me había negado a mí misma por miedo a no ser merecedora de ella. Pero, él me dejó estar bajo esa luz del sol, cuidándome como nadie.
