Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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NICOLÁS
08 de marzo del 2018
El día no ha sido como lo esperé anoche desde que recibí el mensaje de Fabiana, quería tener el día tranquilo para lograr verme presentable para nuestra reunión, pero en lugar de eso, estoy fuera de la casa de Mafe, recogiendo su ropa, mientras su madre lanza todo por una ventana. La ira logra inundarme, pero, para no afectar más a mi mejor amiga, prefiero callar y recoger todo lo que puedo, para que sus cosas no se estropeen.
Mafe llora desconsoladamente, con todo el rímel corrido manchando su rostro. Sé que no hay nada que yo pueda hacer o decir para que ella se sienta mejor, lo único que necesita es a alguien que esté a su lado y que la acompañe en este momento, que no sólo es doloroso, sino también es vergonzoso.
- Si fuiste capaz de quedarte anoche fuera de mi casa sin mi consentimiento, ahora serás capaz de vivir por tu cuenta – levanta la maleta llena de maquillaje de mi mejor amiga y la lanza. Salgo corriendo y logro atraparla en el aire, antes de que impacte en el suelo y todo quede destruido.
- Gracias – dice mi amiga, secando sus lágrimas con la manga de su sudadera. Sorbe sus mocos y yo siento la ira en mi interior. Miro a su madre como a la peor de las criminales, mientras esta se mantiene seria en la ventana, esperando a que su única hija recoja todo y se marche. Logro ver cómo una lágrima cae por el rabillo de su ojo, pero la seca rápidamente y entra a su hogar sin decir nada más. Al parecer el orgullo es más grande que el amor.
Meto toda la ropa, la cual es demasiada, en la camioneta, y ayudo a Mafe a recoger lo que sigue desparramado en el suelo. Ella sigue llorando, pero esta vez en silencio, mientras luce sumamente resignada. Tal vez las cosas no se han desarrollado como a ella le hubiese gustado, pero sé que, es un gran alivio para ella abandonar la casa de su familia.
Quiero decirle algo para consolarla, pero sinceramente no se me ocurre nada, además de que parece que necesita este momento de paz y de quietud luego de tanto revuelo. Se ve tan desamparada que me dan ganas de echarme a llorar a mí también, pero debo ser fuerte por ella en este momento.
Conduzco hasta mi casa, luego de recoger todas sus pertenencias, y en el camino no intercambiamos palabra alguna. Simplemente escuchamos las canciones que se reproducen en aleatorio en la radio de mi auto.
Estaciono en mi frente, pero no me bajo, espero a que mi mejor amiga se sienta lista para salir o para hablar de lo que ha pasado. Por lo que escuché de su madre no fue a dormir anoche a su hogar, pero no me había contado que iría a algún lugar, así que no sé la razón para no estar en su casa a la hora de llegada habitual.
- Creí que no se daría cuenta – dice luego de unos minutos sentada, mirando al frente sin hacer nada -. Los últimos meses ella simplemente había pasado de mí, así que creí que si me quedaba fuera no lo notaría.
Solloza y esconde su rostro en sus manos. Sobo su espalda y le recuerdo que estoy para ella, que se puede desahogar todo lo que quiera y que se tome su tiempo para continuar hablando.
