Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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FABIANA
01 de enero del 2017
Disfrutar una vez mi libro favorito junto a una taza de té es uno de los placeres que me brinda un domingo en la casa de la abuela. Si hubiese ido la noche anterior a aquella fiesta de fin de año en la casa de Paloma quién sabe dónde estaría justo ahora.
- ¡Vieja! – llama mi abuelo desde el cuarto, haciendo que mi abuela deje de hacer lo que sea que estuviese haciendo en la cocina.
- ¡Voy! – mi abuela se limpia las manos con el delantal.
Ella sale a paso apresurado hacia la habitación del abuelo mientras va tarareando una canción de Bad Bunny que nadie creería que una mujer de setenta años la sabría, pero mi abuela siempre ha sido especial. Siento ganas de ir a ver qué es lo que necesita mi abuelo, porque ese hombre siempre sale con una cosa nueva cada día, pero me contengo y sigo leyendo.
Cuando llevo unos minutos sumergida en la lectura, mi teléfono suena con una llamada entrante. Sonrío un poco al ver el nombre del hombre que me está llamando.
- ¿Hola? – respondo, como quien no sabe de quién se trata, pero ya tenía su número registrado.
- Hola, guapa – su voz gruesa casi hace que suspire, por más idiota que suene -. ¿Qué haces esta mañana de domingo?
- ¡No! – escucho a la abuela gritar y reír, haciendo que yo también ría. Sebastián ríe al otro lado de la línea, haciéndome saber que también escuchó el grito de mi abuela.
- Veo que estás en un duelo a muerte – reímos y yo me imagino la escena de "Es un duelo a muerte con cuchillo", así que ese pensamiento me tiene riendo un poco más de lo normal, pero él espera pacientemente a que me calme antes de seguir -. ¿Qué vas a hacer luego de recoger los cuerpos?
- No tengo ningún plan para hoy además de evitar una guerra entre mis abuelos.
- Excelente, porque quiero que hagamos algo hoy. ¿Quieres salir conmigo? – lo dudo por unos segundos, pero no tengo nada qué hacer y sus ofertas siempre son tentadoras.
- Acepto ¿A qué hora y a dónde vamos?
- A las siente paso por ti a tu apartamento. Y no te voy a decir, es una sorpresa – ruedo los ojos. Él siempre quiere ser el único que organiza el plan y saber qué hacer.
- ¿Cómo voy a saber qué ponerme? – le digo a manera de persuasión, tratando de negociar información.
- Como te vistes siempre está bien, no te preocupes – y cuelga, dejándome con la palabra en la boca. Costumbre horrible de colgar sin despedirse.
- ¿Vas a salir con alguien hoy? – pregunta la abuela entrando con una enorme sonrisa a la sala.
- ¿Qué le hiciste al abuelo? – la miro con sospecha.
