Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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NICOLÁS
01 de octubre del 2017
No recuerdo bien cómo llegué a este lugar, tampoco recuerdo gran parte de la noche anterior y el dolor punzante en mi cabeza no deja de hacerme consciente que, a pesar de no saber qué ocurrió, debió haber sido un gran error.
Mi pecho duele y tengo un sentimiento de vacío y soledad que no sentía desde hace mucho tiempo. Además del dolor físico, siento un dolor en mi alma, como si algo faltara.
Hoy cumplo veintitrés años, y los inicié de una manera en la que nunca lo había hecho. Sí, siempre salía a tomar y de fiesta con mis amigos, pero nunca me había drogado de esta manera. He estado probando de a poco las drogas que consume Fabi, pero la manera en la que metí anoche es de otro mundo. Es increíble que no haya amanecido en el hospital por una sobredosis.
- Hasta que por fin te despiertas, mojigato – Sebastián entra a la habitación y me da un vaso de agua y una aspirina. Él entra riendo y yo lo miro con desconfianza -. No estoy tratando de drogarte, eso ya lo estás haciendo tú solo, no te preocupes por mí. Y de una manera muy peligrosa, si me permites opinar. No deberías beber ni meter tanto si no estás acostumbrado – rueda los ojos e insiste en que me tome lo que trajo para mí, lo hago y salgo de la cama.
El dolor hace que me tenga que quedar sentado un momento para reponerme. Me río, porque a pesar de lo que dice, no siento la necesidad de volverme a drogar, eso quiere decir que estoy pudiendo controlarlo y lo estoy haciendo bien ¿No?
- No recuerdo nada – confieso, luego de tomar la aspirina -. ¿Me podrías contar qué pasó anoche?
- Primero báñate y quítate el olor a mierda que tienes – se ríe, haciéndome reír, y me pasa una toalla, para luego indicarme con un movimiento de cabeza donde se encuentra el baño -. Te dejaré ropa limpia sobre la cama. Cuando estés listo, Fabi y yo estaremos en la sala, esperándote. Tus amigos se fueron temprano, dijeron que tenían cosas que hacer y que les avisaras apenas despertaras. La chica de cabello verde estaba muy preocupada por ti.
Asiento y procedo a hacer lo que me dice. Le escribo primero a Mafe, para tranquilizarla. No puedo evitar mirarlo todo, una vez termino de mensajearles a mis amigos, porque necesito información del lugar en donde estoy. Es una habitación bastante moderna, pero es muy impersonal, así que asumo que es de huéspedes. Y, como Sebastián conoce tan bien el lugar y fue quién me trajo ropa, es su casa. Nunca había estado en un espacio de este hombre y eso hace que me sienta como un intruso, aunque agradezco que haya sido tan amable de recibirme a mí y a mis invitados de la fiesta de anoche.
Tomo una ducha larga que hace que la mayoría de los dolores de mi cuerpo se vayan. Cuando me estoy tallando el torso siento un pequeño ardor. Bajo la mirada y veo allí, bajo mis costillas, grabado en mi piel con tinta una frase.
- Jodida mierda – exclamo e intento tallar más fuerte pero no se quita.
