Las palabras son pocas cuando el momento de la confrontación llega. Un accidente, un coma, una herida sin sanar, no son más que ingredientes en el coctel letal en el que se ha convertido mi vida.
La muerte no es otra cosa que un recordatorio constan...
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NICOLÁS
12 de agosto, 2017
Luego de tres horas de un sueño de mierda, me levanto a trotar como todas las mañanas. Quisiese ser ese tipo de personas que pueden estar en la cama hasta tarde sin sentir ningún tipo de culpa, comer comida chatarra, hacer el mínimo esfuerzo físico y ser felices, pero no, yo tengo que hacer mi rutina de ejercicios cada mañana o siento que perdí el día.
- Te maldigo, Nicolás Esguerra - exclama mi querido amigo Santiago, quien está en el mismo curso que yo.
- Yo también te amo, mi amor - le lanzo un beso divertido sin dejar de trotar. Él me saca el dedo medio y yo río. Es un poco más alto que yo, pero se ve desgarbado debido a lo delgado que es. Él fue quien me suplicó que lo ayudara a ponerse en forma y así me paga. Por eso dicen cría cuervos y te sacarán los ojos.
- Necesito descansar - logra decir, luego de casi morir tratando de pronunciar esas palabras.
Decido que es bueno parar, ya que no está acostumbrado a mi ritmo y no quiero que se lastime o algo por el estilo. Saco nuestras botellas de agua, de la pequeña mochila que cargo, y le doy una. Cargo yo las cosas de los dos, porque él, en una muy mala excusa para no cargar nada, me dijo que no podría dar ni una vuelta al parque si llevaba algo más encima que su propio peso. No le creí, pero lo considero y lo ayudo sólo porque me da pesar.
- ¿Vamos a estudiar con Carol hoy? - me pregunta, refiriéndose a nuestra amiga de curso. Niego con la cabeza, dando el último sorbo a mi botella.
- Va a estudiar con su novio, ya sabes cómo es. Prefiere al tóxico antes que a sus amigos del alma - finjo llorar y Santiago ríe.
- Te equivocaste, debiste haber estudiado arte dramático, te la estás poniendo dura al no seguir tu talento - ironiza.
- Aún estoy a tiempo de abandonar la carrera y seguir mi vocación - sigo con la broma, pero él me golpea el hombro.
- No puedes dejarme solo, ya firmaste un contrato de por vida conmigo. Ahora seré tu sanguijuela - reímos y caminamos hasta lograr salir del parque.
Hablamos de trivialidades camino a su auto. Y de muchas más en el trayecto del parque a mi casa. Normalmente hago este recorrido corriendo, pero él es un flojo y tiene auto, así que no me voy a hacer del rogar cuando de un aventón se trata.
- Llego en una hora, por favor ten mucho café listo - le digo y él asiente.
- Saludos a tu hermano - yo ruedo los ojos y él se ríe. Desde que nos conocemos le ha puesto el ojo encima a Juan Diego y es algo que no me hace ni puta gracia.
Lo ignoro y entro a mi casa, directamente a revisar que todo esté en orden. Mi hermano ya no está, así que debe estar en el taller, trabajando. Eso, o drogándose en alguna esquina, pero tengo la esperanza de que sea lo primero.
